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Ventas, la profesión maldita

Salesman on donkey with group of bald men
photo_camera Vendedor.

Hoy en día ser vendedor o vendedora es una profesión denostada y con no muy buena prensa entre la población

Dejémonos de tonterías: aún hoy en día ser vendedor o vendedora es una profesión denostada y con no muy buena prensa entre la población, de tal manera que resulta muy raro encontrar a una persona que te diga que le gusta vender y que quiere dedicarse a esta profesión. De hecho, lo más normal, y más aún en estos tiempos de crisis, es encontrarte en las entrevistas de trabajo con personas que nunca han trabajado en ventas y que te dicen abiertamente que vienen a la entrevista un tanto obligadas por el entorno familiar que les dicen que opten también a estos puestos (lo que ya adelanto que no es un buen argumento para encontrar trabajo como comercial)


Quizás una causa de este hecho radique en que en la escuela, las palabras “vender”, “ventas”, “vendedor” no se escuchan en ningún momento del recorrido formativo, con lo que no se desarrolla una vocación por esta hermosa profesión. Uno se pregunta, ¿cuándo se formará a nuestros jóvenes en esta profesión, de tal manera que se desarrolle un cariño por la función comercial? ¿Cuándo los planes educativos van a incidir en la profesión de ventas como un fantástico desarrollo personal y profesional?


Otro punto que me parece importante destacar es lo que entre los profesionales de las ventas denominamos el modelo de la “vieja escuela”. ¿Qué características definen este modelo? Son vendedores (además en este caso sí que empleo el masculino porque prácticamente no había mujeres), que basaban toda su estrategia de ventas en la improvisación, en estar en la calle y en utilizar su “palabrerío” para confundir al cliente y “endosarles” o “enchufarles” cualquier producto. Si a esto sumamos que estos ¿comerciales? eran conocidos porque muchas de sus ventas las cerraban en cenas de restaurantes carísimos o en locales de no buena reputación, es evidente que el resultado es la mala fama que se generó de la profesión de ventas.


De hecho, algo que también era característico de esta “vieja escuela” de ventas es que había que vender lo que fuera costara lo que costara, aunque al cliente no le hiciera falta ese producto, pero el objetivo era vender y vender. Tal era la ambición por conseguir este objetivo que durante años se estuvieron haciendo cursos de cierre de venta agresivo. Hoy en día nos llama mucho la atención este punto, ya que “agresividad” y “ventas” no tienen cabida lógica en la misma frase. La consecuencia lógica de esta manera de actuar es que no en pocas ocasiones, nuestros clientes adquirían productos que no les servían para nada, con lo que al poco tiempo eran conscientes de que habían sido engañados de una manera indecente lo que provocaba una desconfianza atroz, no solo hacia quien les había engañado, sino también hacia cualquier persona que dijera ser vendedor o vendedora.


Pues bien, algo que me he fijado como objetivo desde hace seis años que me dedico a la formación, al coaching y a la consultoría, es dignificar una profesión tan hermosa y tan increíble como es la de VENTAS, de tal manera que puedo afirmar que…
Creo en la profesión de ventas cuando la persona que la realiza ofrece a sus clientes los productos que realmente le hacen falta, y no aquéllos que más comisión me pueden reportar o aquellos artículos que a mi empresa le interesa quitarse de encima.


Creo en la profesión de ventas cuando se hace de una manera asertiva, de tal manera que se sigue la política del “cliente-centrismo”, según la cual, es el cliente el que nos marca el devenir del proceso comercial.
Creo en la profesión de ventas cuando a desempeñan profesionales que saben comunicar lo que quieren vender y que al final venden lo que quisieron comunicar.
Creo en la profesión de ventas cuando la desempeñan profesionales que saben emocionar con sus palabras, con sus gestos, con sus actitudes, con sus ideas.


Creo en la profesión de ventas cuando la desempeñan profesionales que sienten una auténtica vocación por su trabajo y que entienden que detrás de un cliente satisfecho lo que hay es una grandísima probabilidad de que te vuelvan a comprar en un futuro.
Creo en la profesión de ventas cuando la desempeñan profesionales que aman lo que hacen. Yo soy VENDEDOR, y lo digo en mayúsculas, bien claro y bien alto, con todo el orgullo del mundo y quiero dignificar y humanizar esta profesión. ¿Me acompañas en este recorrido?

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