El juzgado archivó la denuncia por violación que una jugadora del equipo femenino del Pontevedra F.C presentó contra su entrenador puesto que el juez no halló indicios racionales de criminalidad para procesarle por agresión sexual.
El acusado manifestó que en el tiempo transcurrido desde entonces, hace dos años, ha pasado un sufrimiento personal, familiar, laboral y deportivo que no desea a nadie.
El acusado manifestó que en el tiempo transcurrido desde entonces, hace dos años, ha pasado un sufrimiento personal, familiar, laboral y deportivo que no desea a nadie.
En cuanto a la denunciante Lucía G.A., de 29 años, denunció a su entrenador, Antonio R.D., de 39 años, que fue detenido y apartado de su cometido como entrenador del Pontevedra.
Tras asegurar que nunca cometió delito alguno contra la denunciante, Antonio R. se remitió a las contradicciones de la denunciante y al informe forense en el, según indicó, consta que en la exploración médica a la que fue sometida la mujer no se halló ningún tipo de forcejeo, de abuso o síntomas de daño físico.
El entrenador se considera doblemente perjudicado por la tremenda injusticia que le supuso la denuncia de una mujer hacia un hombre sin fundamento alguno y cuyo motivo solo ella conoce y porque entiende que en su caso no se respetó la presunción de inocencia.
Por ello, apuntó que es injusto que si no ha cometido delito alguno la denunciante se marche de rositas, sin haber sufrido consecuencias legales de ningún tipo. Hechos de este tipo perjudican claramente a las personas que realmente han sufrido agresiones, ya que pueden menoscabar su credibilidad, concluyó.
Tras asegurar que nunca cometió delito alguno contra la denunciante, Antonio R. se remitió a las contradicciones de la denunciante y al informe forense en el, según indicó, consta que en la exploración médica a la que fue sometida la mujer no se halló ningún tipo de forcejeo, de abuso o síntomas de daño físico.
El entrenador se considera doblemente perjudicado por la tremenda injusticia que le supuso la denuncia de una mujer hacia un hombre sin fundamento alguno y cuyo motivo solo ella conoce y porque entiende que en su caso no se respetó la presunción de inocencia.
Por ello, apuntó que es injusto que si no ha cometido delito alguno la denunciante se marche de rositas, sin haber sufrido consecuencias legales de ningún tipo. Hechos de este tipo perjudican claramente a las personas que realmente han sufrido agresiones, ya que pueden menoscabar su credibilidad, concluyó.
