Las cinco catedrales gallegas son las muestras más sobresalientes de arquitectura religiosa y los mayores exponentes de una riqueza monumental alimentada por el fenómeno jacobeo.

Las catedrales gallegas necesitan mimos

La catedral de Santiago de Compostela, que cumple 800 años, a vista de pájaro. (Foto: ARCHIVO)
En la cima del Monte del Gozo, allí donde los peregrinos encuentran la mayúscula estatua de otro caminante apuntando hacia Compostela, surgen las primeras dudas.
El sky-line de Santiago se asemeja al que cuentan las guías turísticas y la panorámica desde ese mirador privilegiado impresiona. La Ciudad de la Cultura intenta saltar a la vista de quienes desde ese punto divisan la capital gallega y la obra asentada en la cima del monte Gaiás logra ese efímero protagonismo gracias a su cercana ubicación. Está ahí y no molesta, pero los peregrinos que tienen en este lugar su primer contacto visual con Santiago de Compostela apuntan en otra dirección. Sortean el barrio de San Lázaro y sobrevuelan una telaraña de tejados para conducir su mirada hacia las tres torres de la catedral que, salvo para miopes y despistados agudos, captan la atención a esa distancia.

'Es impresionante. Desde aquí aprecias como la catedral domina toda la ciudad', indica un peregrino de Irún mientras intenta captar con la cámara de su iPhone ese momento tan esperado. 'Es algo emocionante', confiesa su compañera de ruta, sin separarse de la bici que les ha traído desde Roncesvalles por la ruta jacobea. 'Si ya estoy así aquí, creo que me va a dar algo cuando entre en la plaza del Obradoiro'.

No aprieta el sol, pero el cielo está despejado. La estampa es, a juzgar por el brillo que desprenden los ojos de algunos peregrinos, sobrecogedora. 'Una de las torres es mucho más gruesa que las otras dos', apunta un cincuentón con acento madrileño. Salta la liebre y, en cuestión de segundos, brotan comentarios del grupo que compartían con él ese momento. 'Parece que tiene un condón gigante cubriéndolo', comenta el que pretende ser el gracioso del grupo. Arranca algunas risas, atajadas por otras teorías. 'Creo que son las plataformas que colocan en las fiestas de Santiago Apóstol para lanzar la pirotecnia del espectáculo de luz y sonido', indica otro que pretendía aparentar ser algo más documentado. Su tesis es reforzada por un tercero que, ayudado por el zoom de su cámara reflex, aportaba un relato más creíble. 'Puede que sea esa plataforma para el espectáculo y que no les haya dado tiempo de retirarla desde las fiestas. A través del objetivo se ve claramente que sólo queda cubierta esa torre'.


ALTERACIÓN DEL PAISAJE

Descartada la teoría del profiláctico gigante por motivos obvios, el grupo da por buena la tesis de la resaca de las fiestas. 'A lo mejor lo quitan hoy y mañana ya no queda nada de esa estructura', comenta uno de los más locuaces antes de retomar el Camino francés. El tema queda olvidado durante los cuarenta minutos que tardan en llegar al Obradoiro. Una vez en la plaza, tras el shock inicial, surgen la dudas. La fachada principal, la realizada a mediados del siglo XVIII por Fernando de Casas Novoa, está como viene retratada en las guías. La máxima expresión del barroco en España no está cubierta por ninguna plataforma metálica.

La alteración del paisaje que tanta curiosidad había despertado desde la distancia parece pasar desapercibida a pie de plaza. Y es así hasta que, después de haber ingresado en el templo y abrazar al Apóstol, baja por las escaleras de la Quintana y se topa con la torre cubierta de andamios. 'Mira donde está la torre gorda', dice apuntando con el índice de su mano derecha. 'Pero ésta no es una de las torres de la catedral, que yo he hecho varias fotos desde la plaza del Obradoiro y estaban las tres descubiertas', rebate su compañera. 'Pues ésta es parte de la catedral porque está al lado de la Puerta Santa'. Momento de confusión y minutos de inseguridad. Hasta que uno de los integrantes del grupo resuelve las dudas consultando la guía que le ha acompañado en el último mes. 'Es la Torre de la Berenguela, o del Reloj, y forma para de la catedral. No es la que se aprecia en la fachada del Obradoiro y preside la esquina que hace la transición entre Platerías y A Quintana'.

El camarero que les atienda en la terraza de la plaza completa la información. 'Llevan varios meses con las obras de restauración y, aunque deberían acabar en diciembre, creo que vamos a tener andamio para rato', apunta. 'Y es una pena porque esta plaza es mágica y esos andamios estropean muchas fotos', añade antes de recoger la propina que le han dejado los peregrinos.

No está mal informado el camarero. Alonso de la Pequeña, arquitecto que coordina el plan director de la catedral compostelana, no se atreve a fijar plazos para el final de las obras de restauración de la Berenguela 'porque han cambiando las circunstancias y las condiciones respecto a cuando se iniciaron los trabajos'.

Los desperfectos localizados en este período han sido más de los previstos por los técnicos, que han detectado 'problemas estructurales' en tres de las seis arterias que sostienen la cúpula. 'Son elementos importantes porque hacen de transición entre el cuerpo inferior y el superior'. El proyecto de reparación de la torre, el más ambicioso desde que en el siglo XIX un rayo daño la Berenguela, cuenta con un presupuesto cuenta con un presupuesto inicial que ronda los 500.000 euros, pero todos saben que será insuficiente para afrontar actuaciones imprevistas: la recolocación de la cornisa desprendida hace unos meses, los daños adicionales de la linterna, las fisuras detectadas tras la retirada del musgo y de las plantas, o la sustitución de grapas de madera por hierro.


DESPRENDIMIENTOS

El susto mayor llegaba hace apenas un mes, el día 19 de julio, cuando se precipitaron varias piedras desde el cimborrio y cayeron sobre las cubiertas de la catedral. Los técnicos, que en ese momento trabajaban en los trabajos de restauración, no aportan muchas explicaciones. 'El paso del tiempo y los efectos que los fenómenos meteorológicos tienen sobre las grapas de hierro han pasado factura al sistema de sujección utilizado'. El arquitecto, Javier Alonso de la Peña, y el canónigo de arte de la basílica, Daniel Lorenzo, también prefieren pasar página porque aseguran que ese episodio no ocasionó más daños que un leve deterioro del vestido barroco que cubre la catedral. Dicen que no es la primera vez que se sueltan cascotes y aseguran que no se han producido daños notables en la estructura del cimborrio.

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