Las nuevas técnicas permiten conservar cuerpos hasta 15 años, pero nunca se alcanza ese plazo

La declaración previa del donante abre un proceso en el que la familia es la que decide

La persona que quiere ceder su cuerpo al morir tiene que rellenar un formulario en el que autoriza la cesión a la facultad de Medicina. En su tarjeta de donante figurarán los teléfonos de la funeraria que, sin coste alguno, se hará cargo del cuerpo cuando fallezca. Aunque el fallecido haya manifestado la voluntad de donar su cuerpo, la familia tiene la última palabra. La Universidad no admite todos los cadáveres y rechaza los de personas que padeciesen enfermedades infecto-contagiosas, como el sida o la hepatitis. Tampoco admiten los cuerpos a los se les haya practicado una autopsia, retirado órganos para trasplantes o realizado una cirugía
La exploración del cuerpo muerto para ampliar el conocimiento científico arranca de un pasado bastante alejado. Andrea Vesalio, el anatomista de referencia en el siglo XVI, mantenía que ‘sólo a través del ingenio puede el hombre vivir eternamente’. Ese mensaje (Vivitur ingenio caetera mortis erunt) recibe a los estudiantes que franquean la puerta del departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de Santiago, una de las más antiguas de España.

La tesis de Vesalio marca la trayectoria de la Universidad de Compostela desde los inicios de la institución hasta nuestros días. La facultad se nutrió durante siglos de cadáveres de indigentes que no eran reclamados y de otras personas que manifestaban su voluntad de contribuir al avance de la ciencia tras su fallecimiento; las primeras solicitudes documentales que figuran en el registro de Ciencias Morfológicas datan de 1989, pero los profesores más veteranos aseguran que las donaciones ya se producían con anterioridad.

Cambios legislativos

Las cosas cambiaron cuando la legislación obligó a realizar autopsias a los vagabundos que aparecían muertos; esta práctica impide que los cadáveres puedan ser utilizados para investigación médica. La Sociedad Anatómica Española puso en marcha un protocolo para la donación de cuerpos de forma voluntaria y altruista. No es habitual que la familia decida entregarlos a la ciencia en el momento del fallecimiento, suele haber una declaración previa del donante en la que expresa su voluntad. Aún así, la familia tiene la última palabra; si muestra reticencias a la cesión, el departamento de Anatomía respeta la decisión y no reclama el cadáver. Son casos aislados.

El proceso arranca en la inmensa mayoría de los casos con la solicitud del carné que acredita como donante de cuerpo. ‘En esa tarjeta figura nuestro teléfono, al que deben llamar los familiares cuando se produce el fallecimiento’, explica Juan Carlos Rodríguez Castelao, de Funeraria Apóstol, la única de Galicia que se encarga del traslado hasta la Universidad. ‘Si la familia no da el paso y nos llama, la facultad no recibe el cuerpo. Nosotros nos encargamos de recogerlo y trasladarlo, sin que esto suponga ningún coste para la familia del donante. Trasladamos a menos de una docena cada año y la mayoría proceden de las ciudades, muy pocos del ámbito rural’.

Las personas interesadas en donar su cuerpo pueden ponerse en contacto telefónico (981563100) o consultar la web (www.usc.es/cmorf) del departamento de Ciencias Morfológicas de la Universidad de Santiago, donde pueden descargar el formulario y consultar la documentación necesaria para incorporarse al registro de donantes. La información también se puede solicitar en los diferentes hospitales de la comunidad o en los centros de atención primaria.

Los servicios funerarios agilizan lo máximo posible el traslado para garantizar la mejor conservación del cuerpo y permitir su embalsamado en condiciones óptimas para su posterior uso en las clases de Medicina, Odontología y Enfermería. ‘Antes los cuerpos se trasladaban al hospital provincial de Conxo para su embalsamado y posterior recepción en cubas de formol. Ahora se depositan en unas cámaras especiales’.

Sólo gallegos

En la Universidad compostelana sólo se tramitan donaciones de ciudadanos residentes en Galicia, pero en caso de que el fallecimiento se produzca en otra comunidad el cuerpo va a la facultad más próxima para evitar retrasos en el tratamiento y costes elevados. En caso de que muera en Galicia un donante de otra comunidad, su cadáver se traslada a las dependencias de Medicina de Santiago.

El cuerpo tiene que ser tratado en las primeras 48 horas. Completados los trámites burocráticos, lo habitual es inyectarle al cadáver una solución fijadora; en las primeras seis horas se realiza un vaciado de sangre y coágulos antes de inyectar un combinado de alcohol, formol y ácido fénico. En algunos partes, como las estructuras del sistema nervioso más deteriorables, se procede a la plastificación para endurecerlo y poder utilizarlo durante más tiempo.

Los actuales sistemas de conservación permiten prolongar el uso docente del cadáver hasta los quince años, pero casi nunca se alcanza este plazo. Cuando los cuerpos ya no son útiles, se incineran y se depositan en los nichos que la Universidad tiene en el cementerio de Boisaca.

No todos los cadáveres sirven para la investigación

El cadáver de una persona que muera en circunstancias violentas, un crimen o un accidente sujeto a intervención judicial nunca acabará en la sala de investigación de la facultad de Medicina. Las autopsias son incompatibles con el tratamiento conservante que estos cuerpos reciben antes de ponerse a disposición de la Universidad de Santiago de Compostela.

No es el único motivo de rechazo. Tampoco son útiles los que han sufrido alguna enfermedad contagiosa, como el sida, hepatitis o meningitis. Es un proceso muy riguroso y los responsables del programa de donaciones no permiten que exista cualquier posibilidad de contagio a estudiantes o profesores que hayan de manipular los cadáveres.

Se descartan, además, los aquejados de encefalitis espongiforme, gangrena y úlceras cutáneas o mucosas. Tampoco se admite la donación cuando el cuerpo presenta heridas o cirugías profundas recientes, que no han completado el proceso de cicatrización.

Es difícil definir el perfil del donante. En el registro figuran muchos médicos y profesionales vinculados con la rama sanitaria, pero también aparecen abogados y representanets de otras profesiones liberales. En los últimos años ha incrementado considerablemente el número de mujeres inscritas, que ya superan a los varones.


Te puede interesar