La actriz reconoce que está alejada de la época oscura en la que saltó a la fama

La nueva Angelina Jolie

La actriz, el pasado miércoles en Cancún
«No, no estoy embarazada». Con estas palabras, Angelina Jolie, la actriz más famosa del celuloide, desmiente el enésimo rumor sobre su vida privada. ¿No le gustaría tener otro niño? «No nos negamos a ello. Pero queremos asegurarnos de que podemos dar a todos nuestros hijos la atención que necesitan».
Angelina habla de la numerosa y exótica familia (seis niños de cinco nacionalidades) que ha formado con Brad Pitt. Tampoco tiene planes de boda: «Es como si ya estuviéramos casados. Los hijos son el compromiso más grande. Para toda la vida». Adora a Brad (con o sin barba, «de todas las maneras»).

La actriz más sexy de Hollywood en la última década concede una entrevista a la edición estadounidense de «Vanity Fair» y se presenta como una mujer sencilla, para la que su trabajo tiene un papel secundario, y alejada de la época oscura en la que saltó a la fama. «Actuar me ayudó a crecer, a conocerme, a viajar, a entender la vida, a expresarme (…) Así que estoy muy agradecida, es un trabajo
divertido. Es un lujo. Mira, ahora mismo trabajo en plena Venecia —donde rueda «The Tourist»—. Pero no creo que lo haga por mucho más tiempo».

Ahora habla de su faceta como madre, y lejos de lo que pueda parecer (se llegó a decir que tenía una obsesión por la maternidad) no colecciona niños, los educa. «Maddox (Camboya, 2001) es muy listo. Es muy bueno en el colegio. Zahara (Etiopía, 2005) tiene una voz extraordinaria, y es enormemente elegante y educada. Shiloh (biológica, nacida en Namibia en 2006) es realmente divertida y juguetona. Knox y Viv (gemelos, biológicos, nacidos en Francia en 2008) son los típicos niño y niña».

La actriz se ve reflejada en la pequeña Shiloh, (a la que ha cortado el pelo «porque quiere ser un chico»), que ha heredado su exuberante boca. Extrovertida, expresiva. «En algún momento, me volví oscura. No recuerdo qué pasó». Pero los niños le devolvieron la luz, asegura.

Angelina ya no habla de amantes, ya no se besa con su hermano en público, no viste gótica, ni se autolesiona «para sentir que está viva», ni lleva la sangre de su amante colgada del cuello. Ya no da miedo. Está reconciliada con la vida, consigo misma y hasta con su padre, el actor John Voight, con el que no se habló en ocho años. Angelina ya no es una fiera.

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