El ministro de Exteriores ruso acude en visita oficial a Damasco para evitar el aislamiento total del país

La comunidad internacional comienza a abandonar Siria

El coche del ministro de Exteriores de Rusia, a su llegada al palacio presidencial de Damasco.
n n Siria se queda sola en la escena internacional y Moscú, afianzado como el último aliado de peso que le queda a Damasco, trató ayer de lanzar un salvavidas al régimen de Bachar al Asad que pueda evitar el descenso imparable hacia una guerra civil.
La retirada de los embajadores de los principales países de la Unión Europea y del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que se sumó ayer a las anunciadas ayer por Washington y Londres, deja todavía más aislado a un régimen que se enfrenta a sangre y fuego al levantamiento de la población en muchas de sus ciudades.

Fuentes diplomáticas occidentales confirmaron ayer que la decisión de llamar a consultas a los embajadores fue tomada en bloque por los mayores países de la UE, pero que la actividad en las legaciones continuará por ahora con normalidad.

El fracaso a la hora de aprobar una resolución de condena en el Consejo de Seguridad de la ONU llevó a una movilización diplomática que busca la reacción de un gobierno que, pese a todo, aún tiene el control y un respaldo significativo de sus ciudadanos.

Por eso, la entrevista en Damasco del ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, fue recibida como una seria llamada de atención para que Al Asad abra un diálogo real. Según declaró el propio Lavrov a la prensa rusa, el presidente Al Asad aseguró en la reunión que está dispuesto a dialogar con todas las fuerzas políticas. 'El presidente sirio está totalmente comprometido con el cese de la violencia, independientemente de donde provenga', subrayó. Mientras en la capital se llevaba a cabo la reunión, en la castigada ciudad de Homs el ejército volvía a atacar a la población civil, dejando al menos 30 muertos y cientos de heridos.

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