La cúpula gubernamental que dirige Jintao afronta su último plenario antes de su retirada en el 2012

La inflación enturbia el pleno del Partido Comunista Chino

Jintao, segundo por la derecha, junto a otros miembros de la cúpula del PCCh, el pasado día 9. (Foto: MINORU IWASAKI)
El Partido Comunista de China (PCCh) abrió ayer su sesión plenaria anual, la última antes de que la cúpula que dirige la formación, con el presidente y secretario general Hu Jintao a la cabeza, se retire en el congreso de 2012. Las reuniones, como cada año, se celebran a puerta cerrada, sin que la prensa tenga acceso a los debates que habrá en el 'fortificado' Hotel Jingxi en el oeste de Pekín, aunque los analistas esperan que en la reunión se discutan los problemas económicos de China más acuciantes, como la inflación o la deuda pública local.
También es posible, según el diario independiente 'South China Morning Post', que en el congreso afiancen su posición los principales candidatos a encabezar el PCCh y el Gobierno chino a partir de 2012, como el actual vicepresidente Xi Jinping, considerado por muchos como el futuro presidente. Aunque oficialmente el congreso tiene como meta el estudio del desarrollo cultural del país, lo que según los analistas significa la búsqueda de fórmulas para alcanzar un equilibrio entre la propaganda comunista y formas culturales más acordes con la economía de mercado.

De acuerdo con la agencia oficial Xinhua, el plenario repasará los logros en la reforma de la cultura y 'elaborará futuras guías, objetivos y medidas principales para que el país se mantenga en el camino del desarrollo cultural socialista'. Ello es especialmente sensible en un año en el que una de las figuras más conocidas de la cultura china dentro y fuera del país, el artista Ai Weiwei, se consagrase como el disidente más famoso de China.

No obstante, los 370 líderes comunistas reunidos en el plenario también analizarán las actuales dificultades económicas en el país, que pese a haber capeado con bastante eficacia la crisis financiera mundial ha sufrido efectos secundarios de las medidas anticrisis tomadas por Pekín en los últimos tres años. Entre ellos efectos destaca la fuerte inflación, que en verano llegó al 6,5% (el nivel más alto en tres años), o los problemas financieros de muchas pymes.

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