Médicos turcos denuncian como 'tortura' la utilización masiva del gas lacrimógeno

El empleo masivo del gas lacrimógeno para intimidar y dispersar a los manifestantes, como se hizo en Turquía en las últimas tres semanas, equivale a práticas de tortura, según denunciaron ayer seis asociaciones médicas turcas.
'El gas no se ha usado como un medio para controlar disturbios sino como arma química', afirmó Ümit Biçer, de la Asociación de Médicos Forenses.

Biçer subrayó además que el gas lacrimógeno jamás debe utilizarse en espacios cerrados, ni desde una distancia de menos de cinco metros, y denunció que se dispararon numerosos botes al interior de un vestíbulo de hotel abarrotado de personas que huían de la Policía.

'Además, la Policía ha utilizado los cartuchos de gas como munición, como si fueran balas de fusil, al dispararlos directamente contra las personas', añadió el forense, que recordó los numerosos traumas craneales y pérdidas de ojo a causa de los impactos. Concluyó que 'también constituye tortura incluir químicos, como una solución de gas pimienta, en el agua a presión de los cañones utilizados por la policía'.

Por su parte, el alcalde de Estambul, Kadir Topbas, cifró en casi 24 millones de euros los daños ocasionados por tres semanas de protestas. Topbas dijo que durante los disturbios fueron incendiados 99 autobuses de la red municipal, otros 19 de una empresa concertada y 15 vehículos de los bomberos.

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