En los últimos tres días los ataques de la aviación de Gadafi se intensificaron provocando medio centenar de muertos

Dos meses de intensos bombardeos convierten a Misrata en un infierno

Los rebeldes aseguran que han conseguido armas, aunque no su procedencia. (Foto: VASSIL DONEV)
En la guerra entre las tropas del coronel Muamar Gadafi y los rebeldes libios que quieren derrocarle, el infierno está en la ciudad costera de Misrata, sitiada desde hace dos meses y sometida a un bombardeo incesante, especialmente intenso en las últimas 72 horas. Desde el pasado jueves al alba los misiles Grad, los obuses de diferente calibre y las bombas de varios tipos caen como lluvia y de forma indiscriminada sobre la ciudad. Al menos tres civiles murieron ayer y otros 18 han resultado heridos de diversa consideración, según testigos a la cadena de televisión catarí Al Jazeera.
En tres días 50 personas perdieron la vida, de las cuales cinco de nacionalidad egipcia, en esta región de Libia. El terror y la destrucción se escenifican en Misrata, con casas en ruinas o parcialmente derrumbadas, muros con decenas de impactos de proyectiles, calles bloqueadas por escombros, vehículos calcinados, llamas, columnas de humo negro y el caos en el más amplio sentido de la palabra La situación empeora cada día en la ciudad, donde no hay agua corriente, electricidad ni medios de comunicación, mientras que escasean los alimentos. El puerto, la única vía de esperanza de la ciudad y por donde llega la ayuda a sus habitantes, fue cerrado el viernes debido a los bombardeos.


REBELDES

Los líderes rebeldes advierten sobre una posible 'matanza' en Misrata si la OTAN no intervenía de forma más intensa, una fatalidad que parece tomar forma. Mohamed Jassem, un vecino de Misrata, explica que las fuerzas leales a Gadafi bombardean la ciudad al alba y a la caída de la noche y se esconden durante el día para evitar ser atacadas por los aviones de la OTAN que sobrevuelan la zona.La organización pro derechos humanos Human Right Watch (HRW) acusa a las fuerzas leales al régimen de Muamar el Gadafi de utilizar bombas de racimo, acusación que ha sido confirmada por los habitantes de Misrata.

Mientras, el gobierno libio, a través de su portavoz, Moussa Ibrahim, se apresuró a desmentir estas informaciones asegurando que 'moralmente y legalmente no podemos hacer eso contra nuestra población'. 'Pedimos a HRW, una organización muy activa', que 'venga a Trípoli. Les llevaremos a Misrata o a otras, para mostrarles que no hacemos eso', señaló.

Los rebeldes anunciaron ayer que consiguieron refuerzos de tropas armadas y 'muy bien entrenadas' así como aprovisionamientos, y que se dirigen a Misrata. El jefe del ala militar revolucionaria confirmó que sus tropas están a las puertas de Brega.

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