ELECCIONES EN AUSTRIA

Del verano de los refugiados a la primavera de la ultraderecha austríaca

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photo_camera Norbert Hofer es el favorito para ganar las elecciones austríacas.

Desde la crisis migratoria, Austria recibió 90.000 refugiados. Tras la dimisión de su presidente socialdemócrata, la ultraderecha es la gran favorita para ganar las elecciones el próximo 2 de octubre.

Hace un año la estación de Keleti de Budapest era un símbolo de la desesperanza: miles de refugiados se hacinaban en un laberinto subterráneo de suciedad y basura. Pero todo cambio en la noche del 4 al 5 de septiembre de 2015, cuando Alemania y Austria abrieron sus fronteras.

Alemania suspendió las reglas europeas de asilo y prometió acoger a quienes llegasen a sus fronteras, y Hungría, que había bloqueado a los refugiados en Budapest, empezó a trasladarlos en trenes.

Sirios, iraquíes y afganos, en su mayoría, llegados a través de la llamada "ruta de los Balcanes", corrían para embarcarse hacia Viena y Múnich. Eran días de caos, incertidumbre y vértigo. No se sabía cuánto iba a durar la política de puertas abiertas.

En Viena cientos de personas los recibieron con aplausos y una generosidad que hacía llorar a algunos de los recién llegados.

Un año después, las estaciones de Budapest y Viena han recuperado la normalidad, pero la crisis de los refugiados ha cambiado Hungría y, sobre todo, Austria.

En el país alpino el canciller que abrió las puertas a los refugiados, el socialdemócrata Werner Faymann, dimitió a principios de mayo entre una creciente impopularidad y el debate político se ha polarizado y radicalizado.

Después de acoger a 90.000 refugiados el año pasado, las autoridades austríacas han establecido este año un límite máximo de 37.500 y estudian ahora tomar medidas extraordinarias que, en la práctica, supondrían la suspensión del derecho de asilo.

Mientras, en Hungría, el nacionalista primer ministro, Viktor Orbán, se ha visto reforzado en sus posiciones de mano dura -vincula la criminalidad y el terrorismo con los refugiados- y su solución, basada en levantar vallas, ha pasado de ser criticada a imitada.

Hungría y Austria tienen sendas citas con las urnas el 2 de octubre que no podrían entenderse sin la crisis de los refugiados.

En Austria se repiten las elecciones presidenciales con el ultraderechista Norbert Hofer como favorito para ser el próximo jefe del Estado. De ganar sería el primer presidente ultraderechista de la Unión Europea (UE).

Ese mismo día, en Hungría, se celebra un referendo contra las cuotas de la UE sobre reubicación de refugiados y las encuestas dan una clara victoria de más del 65 % al "no" que propugna el Gobierno.

Orbán es, con diferencia, el líder más valorado en su país y se presenta como "protector" de los húngaros. Recientemente prometió construir una segunda valla mucho más robusta contra los refugiados.

Hungría cerró sus fronteras con Serbia y Croacia el pasado otoño y se ha negado en los últimos meses a admitir a refugiados devueltos por Austria y Alemania, con el argumento de que debieron entrar por otro Estado de la UE, ya sea Grecia o Bulgaria.

En Austria una reciente encuesta sitúa a la inmigración como la primera preocupación de los ciudadanos, con el 66 %, por delante del desempleo o la inseguridad. Otros sondeos indican que nueve de cada diez estar a favor de endurecer las condiciones de asilo y acelerar las deportaciones.

¿Cómo se ha pasado de la solidaridad con los refugiados e inmigrantes en Austria a considerarlos la principal preocupación?

El Gobierno de coalición austríaco, formado por socialdemócratas y conservadores, había seguido el pasado septiembre la política de puertas abiertas de Alemania, pero el ambiente fue cambiando con el paso de los meses, al comprobar que ningún otro país europeo se sumaba a la acogida.

Alemania, Austria y Suecia tuvieron que asumir la práctica totalidad de la mayor ola de refugiados que llegó al continente desde la Segunda Guerra Mundial.

Las denuncias de abusos sexuales de Nochevieja en la ciudad alemana de Colonia marcaron un punto de inflexión y el Gobierno austríaco cambió de dirección, empujado por los conservadores en la gran coalición, y forzó el cierre de la ruta balcánica en Macedonia.

Ese radical giro político del Gobierno lo impulsaron las malas encuestas y los diarios sensacionalistas, que publicaron una avalancha de noticias sobre abusos sexuales y delitos cometidos, supuestamente, por refugiados.

El ultraderechista Partido Liberal (FPÖ), que siempre había criticado la llegada de inmigrantes, se vio reforzado al ver cómo el Gobierno adoptaba, con meses de retraso, un tono similar al suyo.

Las elecciones presidenciales, que nunca despertaron pasión en el país, las convirtió el FPÖ en un plebiscito contra el Gobierno y vinculó la inmigración con el aumento del paro y la inseguridad.

El candidato del FPÖ, Norbert Hofer, ganó la primera vuelta presidencial en abril y perdió por sólo tres décimas la segunda el 22 de mayo ante el ecologista Alexander van der Bellen.

El Tribunal Constitucional ordenó repetir la votación por irregularidades, lo que sucederá el próximo 2 de octubre, y Hofer es ahora el claro favorito.

El Gobierno no deja de presentar nuevas medidas que endurecen las condiciones de asilo, con la esperanza de remontar en las encuestas, y prepara para las próximas semanas el llamado "estado de emergencia migratorio", que supone eliminar de facto el derecho a asilo y que tiene visos de desencadenar una crisis con Hungría.

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