La calle Progreso, en Ribadavia

Las obras de la carretera general Villacastín-Vigo llegaron a Ribadavia finalizando los sesenta del s. XIX, (…) constituyendo la legua entre la villa y Melón, el trozo más difícil para la explanación. Dentro del cambio radical que supuso en la villa, lo más recordado por la tradición oral fue el traslado de la escalinata de San Francisco, entonces frente a la puerta del templo, y la demolición de la capilla de San Roque, a la entrada del puente, ambas edificaciones invadían el trazado de la nueva vía. En Ribadavia, igual que en otras poblaciones, recibió el ilusionante nombre de Progreso pues la mentalidad del momento entendía que era por aquí por donde entrarían el adelanto y la modernidad, pero los ribadavienses que vivían intramuros le llamaron siempre La Carretera. Meruéndano Fermoso, en sus Efemérides Locales, relata los comienzos de la calle Progreso (…) Entonces tenía el aspecto de una carretera sin pavimento alguno en todo su recorrido, con ambas cunetas al aire libre, sin aceras al uno y otro lado y casi sin edificios,(…). Pero en la última década del siglo XIX, la burguesía local construyó allí sus viviendas y el comercio ocupó los bajos con cafés, tiendas y fondas. El tramo escogido fue primeramente la acera de la derecha, sentido Vigo, mientras que en la de enfrente, a causa del enorme desnivel del terreno, solo se asentaron casetas de madera que albergaron talleres o viviendas de una sola planta, estando dedicada a huertas la parte trasera de las mismas. Las fotos nos muestran el contraste entre ambas márgenes de la nueva calle ribadaviense Las fotos que ilustran esta crónica, cedidas gentilmente por el Museo Etnolóxico de Ribadavia, nos muestran a comienzos del pasado siglo el contraste entre ambas márgenes, cuando los ribadavienses y demás vecinos del Ribeiro comenzaron a censarse en La Carretera. La imagen con construcciones de planta baja de las que solo permanece in situ la casa-comercio-banca de don Ramón Nogueira, nos permite calcular el enorme espacio dedicado a las huertas. Al fondo, humeante, vemos el tren, un mercancías, atravesando el puente de hierro a escasos metros de la estación. Dicho puente bajo y sin cubierta, en la foto, sería reemplazado en 1910 por el actual en una espectacular operación que fue seguida con contenido silencio por el público congregado en sus proximidades. El hebdomadario Noticiero del Avia, informaba el 24 de diciembre: El domingo llevose a cabo la operación de correr el nuevo puente que la compañía del Ferrocarril hizo para sustituir al antiguo que sobre el Avia existía. La maniobra, admirablemente dirigida por el ingeniero de la casa constructora, duró apenas 30´, multitud de gente asistió ávida de presenciar tan interesante labor. La otra lámina nos muestra en un verano, presumimos, los soleados edificios de enfrente con sus edificios habitados y los bajos activos. A la casa que hace esquina, la de don Jesús, polémica desde sus cimientos, pues (…) invadía el camino de A Franqueirán y ocultaba la Oliveira,(…) le sigue la de don Manuel Álvarez, en cuya planta baja estaba la Farmacia de Morgade, la primera botica instalada en Progreso; colindante está la de don Manuel Emilio Martínez, y la última de las cuatro señaladas que conserva el alicatado en su fachada, fue la primera construida en 1887 en este tramo del Progreso. Desde entonces los pisos del inmueble permanecen en la familia de su primera propietaria doña Dolores Pérez Cendón, vecina de Melón, y hoy son sus tataranietas, la familia Ballesteros, las residentes en el edificio. Dicha imagen, junto a su valor testimonial, presenta el añadido del nombre del autor, Serafín Rodríguez (tío materno de los hermanos Chao Rodríguez), fallecido en 1907 a los 24 años, fue el primer ribadaviense fotógrafo con estudio propio, que desempeñó a principios del siglo XX la profesión en Ribadavia.