Ourense no tempo

La calle Ramón Cabanillas

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photo_camera Archivo C.O.F. Ourense. (La foto en el texto es de Augusto Pacheco, cedida por su hijo Augusto)

El burro del dueño era famoso, y no me refiero al pobre animalillo

La composición del "rueiro" urbano solemos pensar que es algo inamovible en cuanto a lo físico. Ya sabemos que en cuanto al tema denominaciones está lleno de bailes a lo largo de la historia. Sin embargo, no hace falta remontarse ni siquiera 50 años, para encontrarse nuevas calles en el centro de la ciudad, en la memoria de muchos están la calle Juan XXIII y la primera fase de la calle Valle Inclán (ésta nació como recordaréis hacia el 58, al tiempo que los maristas inauguraban su edificio).

Muchos también recordamos el nacimiento de la segunda fase de la calle Ramón Cabanillas (la que se abrió también relacionada con el colegio maristas, al acceder éstos a perder su campo de futbol; ¡bueno, supongo que también tendrían alguna compensación económica!). Pues entre esas dos aperturas, se produjo la que hoy protagoniza la entrada: a comienzos de los años 70 del pasado siglo caen unas pequeñas casitas que había en el primer tramo de la avenida de Buenos Aires. Una no era tan “casita”, más bien era casa y su factura era de gran calidad; si no recuerdo mal, el diseño era obra de don Daniel, (Vázquez Gulías). El caso es que con la desaparición de esos edificios, se facilitaba la apertura de un nuevo vial que uniría la plaza de las Mercedes con la avenida de La Habana; huelga decir que los solares que surgían en ese momento eran más que apetitosos para los contratistas de la época, y, por qué no decirlo, la decisión de permitir un número de alturas insólito o al menos poco habitual en la ciudad fue origen de más de una fortuna.

Como podéis ver en la imagen superior, mientras se esperaba la llegada de las grúas, los 600, R-12, "8 y medio" e incluso el que parece un Gordini se apoderaron de la zona -ya entonces comenzaba a escasear el aparcamiento-. Finalmente, hacia el año 73 se dio el pistoletazo de salida y la euforia constructiva se disparó, dando como resultado en lo referente a los viales lo siguiente: Valle Inclán duplicó su tamaño y Ramón Cabanillas un poco menos, pero también se alargó, lo suyo. Con lo cual realmente no nacieron ni una ni dos calles, solamente “crecieron” dos.

Como os decía, los edificios que desaparecieron fueron inicialmente dos de pobre factura, y que veis perfectamente en la siguiente fotografía. 

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Uno era un horno de pan, del que entre mis informantes surge alguna discrepancia. Mis amigos Lito Seoane y Adolfo Rego me cuentan (Lito) que el propietario se apellidaba Prol, y Adolfo sostiene que el horno tenía un nombre que le parece recordar como Horno Proletario. La similitud y el tiempo transcurrido dan pie a esa duda, máxime cuando según parece el verdadero panadero era un empleado de nombre Roque muy conocido en la ciudad, con lo cual para muchos era "el horno de Roque". Entre sus “trabajos” estaba el repartir braseros (a 1,50 pesetas, te llenaba una lata con brasas que se ponían en las mesas camillas de antes, Lito Seoane dixit).

En la casa aledaña había una carbonería también muy conocida por los niños de la zona. El burro del dueño era famoso, y no me refiero al pobre animalillo, si no al propietario que era… Me cuenta mi maestro Augusto Guedes (Pacheco) que desde Progreso hasta la casa de la fotografía, el pobre animal subía como podía la carga del carro y el amo, mientras le pegaba y "se cagaba en todos los personajes de la religión cristiana”. Los niños lo veían gracioso, hasta que aparecía alguien con cabeza y los alejaba a coscorrones mientras hacía callar al carbonero.

Otro de los edificios albergaba un carpintero conocido por Trazas, padre de un buen fotógrafo que yo no tengo en mis listados (¿Antonio el Rizos?). Si mis informantes no se equivocan, vecinos de esas casas desaparecidas, fueron la familia del profesor Del Río (padre del amigo y excelente fotógrafo Fernando del Río) y los Varela, conocidos en la ciudad por sus habilidades como "alfayates" (sastres).

Hoy creo que ya no seguirá creciendo, pero esta calle ostenta la singularidad de haberse abierto en tres etapas diferentes.

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