La calle de Reza

Colegio Modelo de don Ángel Ferrín (circa 1908).
photo_camera Colegio Modelo de don Ángel Ferrín (circa 1908).
Aunque su tamaño y la falta “aparente” de actividad en su margen derecho (al bajar) puedan hacer pensar que el paseo sea corto, ya os adelanto que será necesario volver a visitarla

Casi sin querer, pero es probablemente una de las más antiguas de la ciudad. Cierto es que no pertenece al grupo de históricas, quizás porque su ubicación la convertía en camino. Nada más terminar el empinado descenso, se podían cruzar los “pontillones” o “poldras” que había en el Barbaña para acceder a lo que hoy conocemos como barrio del Couto y más allá… De hecho, como Camino de Reza se conocía hasta el final de Ponte Lebrón (lo que hoy sería Antonio Puga incluido).

En sus inicios, su pendiente era aprovechada para que los desagües de las viviendas de la calle Progreso le regalaran sus “presentes” al Barbaña, dejando con frecuencia “algo” por el camino. Por este motivo su desarrollo fue lento y, si nos fijamos, aún hoy no está finalizada.

El amigo Manolo Domínguez Quiroga, autor de www.canedo.eu, asocia su nacimiento como calle al desarrollo de la carretera Vigo-Villacastín (Progreso) allá por el año 1837. Y, como suele ser, tiene razón. Anteriormente a esa fecha era conocido como camino y su uso no era recomendado en periodos invernales. De cierto, aún hubo que esperar un tiempo después de haberse edificado muchos de sus solares para que se realizara el empedrado de la acera. A falta de datos anteriores, se sabe que en 1901, aprovechando el arreglo del suelo de la Praza Maior, muchas de las piedras que se sustituían fueron utilizadas como arreglo de emergencia.

Hoy parece que recupera parte de su fama, gracias al esfuerzo del veterano Bar Pepinillo que, como rara avis, resiste los embates del tiempo y sigue atrayendo a su clientela con el inconfundible aroma de sus bocadillos. Junto a él, buenos restaurantes han venido a suplir a los desaparecidos Arco y Bande. Y al entrañable Villalón lo han sustituido con un hotel spa. Hoy solo quedaría por citar la Academia Postal y la farmacia, junto a una peluquería.

Aunque su tamaño y la falta “aparente” de actividad en su margen derecho (al bajar) puedan hacer pensar que el paseo sea corto, ya os adelanto que será necesario volver a visitarla.

Hoy voy a quedarme con los que posiblemente os resulten más cercanos y algunos detalles originales, pero volveremos…

Vayamos al número 1. Sin duda, por proximidad a Progreso tuvo siempre gran actividad. En él muchos recordamos la entrada al obrador de la añorada pastelería La Trinidad. ¿Sabíais que ahí estuvo situada la Fiscalía Militar (1884)?

Es la primera edificación que he conseguido datar y, en su enrevesada estructura, además de los dos citados, se sabe de un colegio, dirigido por Antonia Vidal (1909). Años después fue el doctor Antonio Hermógenes (1914) quien tuvo su consulta en el edificio. Durante un corto periodo, el local se ocupó con un taller de vulcanizados (1930). Posteriormente sé del estanco de doña Aurea Rodríguez (1935), el despacho de pan de la Panificadora Moderna (1943) -la que tuvo el sr. Perille utilizando los hornos de La Molinera, en el Pozo do Inferno-. Aún hubo tiempo para que doña Leontina, una buena mujer, regentara un negocio de venta de leña y carqueixas, hasta que en 1966, doña María Pacios abre la farmacia que aun hoy (con otra titular) allí sigue.

El número 3 se puede decir que al menos existe desde 1890, cuando vivía en él la familia Villalobos. El hijo, Isidoro, se anunciaba como “dibujante, retratista”. Pero el inquilino más conocido del edificio fue don Ángel Ferrín Moreiras, quien como maestro del Colegio San Luis Gonzaga había demostrado sus conocimientos y buen hacer con los alumnos. Sus asignaturas eran Geografía Astronómica y Física, Dibujo y Gimnasia. En 1903 funda el Colegio Modelo, (desconozco en qué ubicación), para trasladarse en 1905 a la calle Reza, donde estaría más de 15 años ejerciendo, antes de pasar a la actual Alejandro Outeiriño. En los años 20, al trasladarse Ferrín, no consigo confirmar datos durante unos años, pero me comentan de un zapatero, antes de que se abriera el restaurante Arco, uno de los atractivos de la calle que en los 60 era zona de buen comer. Hoy en esa ubicación está la Academia Postal.

El número 5 estaba predestinado a ser horno de pan. El edificio era propiedad de los Quessada, y tenía una chimenea de las llamadas industriales. En 1901 es Claudio González el titular, al menos hasta los 30, aunque puede que siguiera con esa actividad de horno hasta que en 1946 se abre el Bar Pepinillo, todo un emblema de la calle y la ciudad.

El número 7 fue la última sede de la tintorería Alemana, aunque no el origen. Éste había sido en la plaza del Hierro (despacho) y calle Padre Feijoo (talleres), donde desde 1930, de la mano de Ramón R. Farrapeira, se ocupaban con esmero de planchar, lavar y teñir. Fue en 1935, con el primer cambio de propietario (Gerardo Conde) cuando se trasladan a la calle de Reza, aunque en el numero 13, donde estuvo hasta que Antonio Montero Pico la traslada al edificio de Reza 7 (1964). Allí estuvo regentada por los hijos de Antonio hasta su cierre.

El número 9 fue un local conflictivo desde que en 1921 don Nicanor Miranda abrió una carbonería, ese tipo de negocios que eran necesarios, pero nadie quería tener en su casa.

El número 11 es uno de los más activos. Su primer uso conocido por mí fue de la mano de Máximo Sequeiros, quien en 1930 montó un negocio de venta de máquinas de coser y motocicletas, de marca para mí desconocida: Motosacoche.

En 1933 es la sede de Recauchutados España, y hoy allí se puede disfrutar de las exquisiteces del Coto, y los aficionados ourensanos del Real Madrid tienen allí su santuario.

Y llegamos al número 13, que nos tiene reservadas varias sorpresas. La primera nos habla de que en 1900 era la casa cuartel de los carabineros del Reino. Cuatro años después, se abre en esa dirección la oficina de estadística de la provincia, encargada del censo. Es probablemente este edificio y sus ocupantes los responsables de uno de los empujones necesarios para desarrollar la calle. Si recordáis, os comenté que en 1900 se hizo el primer empedrado de la calle, ¿tal vez para facilitar la estancia del cuartel? Años después, ya sin uso oficial por mis datos, aparece en el edificio un afinador de pianos y desde 1935 sede de la tintorería. Hoy es el local de un buen restaurante vegetariano.

Como casi siempre, me quedo sin espacio y quedan demasiados datos en el tintero. Habrá que retomar el tema en otro momento, pero no puedo dejar sin citar lo poco que hubo y hay en la margen derecha. Para empezar, Luis Gómez -el abuelo de mi amigo Francisco Ropero “Paco Paco”- tuvo su garaje de carruajes y creo la primera línea de “carritos”, la que hacía el recorrido desde Padre Feijoo a la estación, siguiendo por el Bar Bande y Quimi Cuevas… También citar algún vecino ilustre de la calle: los Quessada, Gil Torre, Narciso Dacunha y los Bermello; de hecho, el bueno de don Jorge es quien me ha facilitado algunos de los datos que yo desconocía. Gracias.

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