La procesión del Eccehomo

Estamos viviendo contra nuestros deseos uno de los periodos más trágicos de la humanidad, aunque de alguna manera los que no lo sufrimos personalmente o en gente de nuestro entorno tengamos dificultades para entender la verdadera magnitud de los hechos. Sin entrar en discusiones, entiendo que es válida la cifra de cerca de tres millones de fallecidos en el mundo y aproximadamente unos 100.000 en España. Solo se me ocurre una palabra para definirlo: espantoso. Pocos periodos bélicos han superado tal cifra... Comienzo el artículo de hoy con este desagradable recuerdo, porque entiendo que aunque en estos días lo acostumbrado eran las celebraciones religiosas para los creyentes o las vacaciones para los no practicantes. No debemos perder las tradiciones que nos identifican y diferencian, máxime cuando en muchas de ellas coinciden elementos de gran belleza que no tendrían razón de ser sin estas tradiciones. Para ayudaros, hoy nos vamos a trasladar al pasado y así recordar una celebración hoy pérdida, que competía en esplendor y fervor con la del Santo Entierro. Nos vamos a otro de los años más difíciles de nuestra historia: 1937. Os hablo de la procesión del Eccehomo. Para poneros en situación os dejo unas pinceladas recogidas de la prensa de la época. Se iba a cumplir un año del comienzo de la guerra, y aunque Galicia fue una de las zonas donde no hubo enfrentamientos bélicos directos, la barbarie se dejo sentir. En los días previos a la Semana Santa, el gran tenor Miguel Fleta actuaba en el Losada a fin de recaudar fondos para el “Auxilio de Invierno”; el periodista Ricardo Outeiriño sacaba a la luz la revista Misión, de gran éxito a nivel nacional, para ello contó con plumas del más alto nivel: Otero, Risco, Cuevillas, Ferro, etc... Los colegios procuraban mantener una actividad “normal” y colaboraban activamente con las autoridades intentando paliar las necesidades de los niños, principalmente los que se habían quedado desprotegidos. En ese primer año, los comedores infantiles atendían en las instalaciones del Couto y de la Pescadería (que así se llamaba coloquialmente a La Barrera), a más de 400 niños. Por desgracia, en esos días lo que más huella dejo en la historia ourensana, fue el consejo de guerra celebrado contra el que había sido último alcalde de la ciudad antes de la contienda, Manuel Suárez. Y lo peor de todo, su desenlace final. Ante la adversidad, la mejor opción es avanzar. Es por ello que, aunque escasos, se podían leer en prensa anuncios como este: "Para Semana Santa podrá Vd. comprar a precios muy baratos, bonitos velos de tul, mantillas de blonda, guantes modernísimos recibidos de Sevilla y medias de seda". O este de la pastelería de moda: "Roscones de Pascua, los mejores y más sabrosos los encontrará en la acreditada Confitería Macarrillo, Lamas Carvajal núm. 34". “Lázaro, ramos, en Pascuas estamos”. El Domingo de Ramos no fue ese año, como es lógico, el habitual, pero es que en aquellos tiempos tampoco se parecía a las celebraciones a las que estamos acostumbrados. Semanas antes del Eccehomo se daban todos los datos a la población para que la organización fuera un éxito. La prensa y las parroquias daban la información y escogían a sus fieles para puestos de honor en la procesión. Por fortuna eran muchas las plazas a cubrir. El recorrido, como veréis hoy, no tiene ninguno similar: salida de la iglesia de los franciscanos (parque de San Lázaro), pasando por Vicente Pérez (tramo del Paseo entre San Lázaro y Concordia), avda. de Buenos Aires (deduzco que Concordia aún no honraba al Capitán Eloy y el nombre de Hospicio había quedado en el olvido), Progreso, avda. de Pontevedra, Lamas Carvajal, Paz Novoa (tramo del Paseo entre San Miguel y Concordia), Vicente Pérez y San Lázaro, donde finaliza. Como imágenes, solo procesionaban la Dolorosa y el Eccehomo, pero entre insignias, estandartes y objetos relativos a la Pasión, el número de niñas y niños que debían colaborar era muy elevado. Para evitar cansancios y desmanes, los padres franciscanos como organizadores pedían que la edad de los “colaboradores” estuviera entre los seis y los catorce años. Como dato anecdótico, os comento que, debido a la escasez de cera, solo se pudieron conseguir velas para las autoridades y representaciones oficiales. Esta es la composición y orden de la procesión del Eccehomo aquel domingo de 1937: Cruz procesional y ciriales; estandarte de la V.O.T. (franciscanos); sección de honor de las milicias J.A.P.; niños con los atributos de la Pasión: lanza, esponja y escalera; el Calvario y al lado dos caballeros con velas; sección de milicias de la Falange; niños vestidos de María, Verónica, San Juan, el Ángel y la Magdalena; imagen de la Dolorosa escoltada por fuerzas de Carabineros; sección de honor de milicias del Requeté; niños vestidos con trajes de nazarenos llevando los atributos de la Pasión: guantes, palangana y jarra, azotes, clavos, martillos, corona de espinas, gallo, columna, sentencia y cáliz; imagen del Eccehomo escoltada por fuerzas del Guardia Civil; Banda Municipal de Música. Clero y distintas representaciones: clero con capa y dalmáticas; autoridades y comisiones; una compañía del Batallón de Caballeros de Santiago con escuadra y banda de cornetas y tambores.