También contempla la opción del homicidio con las atenuantes de adicción a la cocaína, arrebato y colaboración con el caso

El abogado de Cruz alega que mató a Laura Alonso por imprudencia

Javier Cruz, en noviembre de 2009, en el Pazo de Xustiza. (Foto: XESÚS FARIÑAS)
La Audiencia de Ourense acogerá en breve dos juicios que, aún enmarcados en contextos sociales muy distintos, comparten muchas similitudes. Las víctimas eran muy jóvenes y, sin embargo, ya están muertas. Los procesados tuvieron algún vínculo sentimental con ellas y, aún reconociendo ante el juez instructor su participación en el fallecimiento de las chicas, aseguran que esa no era su intención, que se debió a una acción tan fatal como fortuita. En ambos casos, las desapariciones de las víctimas y posterior hallazgo de sus cadáveres tuvieron una gran contestación social y, por ende, mediática.
La primera vista que tiene reservada sala (12 y 13 de diciembre) es la que sentará en el banquillo de los acusados a Manuel Mouriño Faria (30 años) una década después de la muerte de la vianesa Montserrat Martínez Fernández (21). El inculpado, que consiguió zafarse de la Justicia durante prácticamente todo este tiempo, se enfrenta a peticiones de condena que se mueven en una horquilla entre el año de cárcel que reclama su defensa por homicidio imprudente a los 20 años que solicita la acusación particular que ejercen sus padres. Mientras, el Ministerio Público plantea 15 años de prisión por homicidio.

La instrucción penal de este último proceso, pese a comenzar más tarde, finalizó antes que el caso que sentará en el banquillo a Javier Cruz González (34 años) por la muerte de la joven Laura Alonso Pérez (19) el 24 de agosto de 2009. El caso acaba de entrar en su recta final tras decretar el Juzgado de Instrucción 3 la apertura de juicio oral.

La defensa parte, como primera alternativa, de un precepto similar al planteado en el crimen de Viana. El letrado del inculpado reclama en su escrito de acusación la mínima pena, en virtud de una imprudencia temeraria con resultados de muerte, el eufemismo del homicidio imprudente. Según su relato, Cruz mantuvo relaciones sexuales con Laura Alonso en el coche para posteriormente discutir (dice que ella le abofeteó y escupió tras recriminarle que ese fin de semana se hubiera ido con su novia a Portonovo) y él le echó la mano al cuello 'no para causarle la muerte sino para amenazarla y que parase con sus recriminaciones'. Después, creyendo que había fallecido, le echó una chaqueta al cuello para trasladar el cadáver 'sin saber que en ese momento sí le causaba la muerte con la chaqueta por ahogo y con el propio peso de Laura'.

La autopsia certificó que 'la causa fundamental de la muerte podría ser la estragulación a lazo', aunque el informe forense también deja abierta la posibilidad de un doble mecanismo: manual y asfixia con lazo.


LA SEGUNDA ALTERNATIVA

No obstante, introduce ya en este trámite procesal una novedad con respecto a la defensa de Mouriño Faria. Una especie de opción 'b': el homicidio por dolo eventual -debía prever que con su actuación, al agarrarla por el cuello, podría producirse la muerte- en caso de que no se estime acreditada la imprudencia. Pero plantea una rebaja en la pena establecida para el homicidio (entre 10 y 15 años) en aplicación de varias atenuantes que aminorarían su responsabilidad, entre las que incluye el arrebato, la adicción a las drogas, su arrepentimiento o la colaboración que facilitó a las fuerzas de seguridad, cinco días después, dónde estaba el bolso con sus efectos personales.

La defensa sostiene que el procesado era consumidor y adicto a las drogas duras desde hacía ocho años y que la madrugada del crimen estaba bajo los efectos de la cocaína y el alcohol.

Por su parte, el fiscal argumentará en el juicio un homicidio agravado (14 años de cárcel) por la relación de afectividad que había desde hacía dos años entre los jóvenes.

La acusación particular, al igual que el caso de Viana, cree que el encausado asesinó a la víctima, esto es, aseguró su propósito homicida a través de su abuso de superioridad (su corpulencia), la ausencia de riesgo de ser descubierto (no había testigos) y aprovechando la circunstancia de que ambos estaban en un lugar apartado en donde difícilmente alguien pudiera socorrer a la joven. Por todo ello, pedirá la máxima condena, 20 años de prisión..

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