El pintor critica la organización de otras actividades en el mismo lugar del Banco de España, mientras la concejala Sofía Godoy defiende que "la Feria del Voluntariado es un acto puntual y por una buena causa"
"Humillado e indignado", así afirmó sentirse ayer el pintor ourensano Alexandro cuando acudió con amigos a la sala cultural José Ángel Valente para visitar su exposición, inaugurada el jueves, y se encontró de lleno con la Feria del Voluntariado. Sus cuadros de grandes dimensiones estaban tapados por los carteles de las organizaciones y frente a ellos se asentaban mesas informativas y sillas. Demasiada gente y demasiadas horas. Complicado asegurar un control total sobre la integridad de los cuadros.
"Estoy pensando en retirar la exposición, esto es una falta total de respeto, un sinsentido", aseguraba un dolido Alexandro, quien añadía: "Estas pinturas son mi trabajo, mis criaturas, esto es mi vida". Lamentaba, además, "que nadie me dijera nada, que no me lo comentaran. Esto se habla e inauguramos unos días más tarde, o buscamos alguna fórmula, pero encontrarme con esto, así de repente, me parece un desprecio total a mi trabajo y un riesgo para los cuadros".
Cuestión de sensibilidad, de piel. Eso fue lo que falló. Una exposición es una narración, tiene alma e intencionalidad y es el resultado de un largo y, a veces, tortuoso trabajo. Introducir elementos ajenos, sin conocimiento del autor, que invisibilizan la muestra o la pueden poner en peligro, aunque quien lo haga sea el dueño de la sala, puede no ser una buena idea.
Cruce de áreas. La Feria del Voluntariado fue organizada por la Concejalía que dirige Sofía Godoy, mientras que la exposición es responsabilidad de Cultura, a cuyo frente está Belén Iglesias. Y ambas siguieron los cauces establecidos para la ocupación de la sala municipal, aunque su uso es cultural. Sofía Godoy aseguraba ayer que "la Feria fue un acto puntual nada más y por una buena causa. En ningún momento hubo ninguna mala intención, se actuó totalmente de buena fe. Queríamos visibilizar el voluntariado y este es el espacio más céntrico que tenemos".
Por su parte, Belén Iglesias destacó que desde la concejalía se está elaborando una ordenanza "precisamente para implantar una normativa jurídica sobre el uso que debe tener la sala, porque es un espacio cultural, y para que todo esté más claro".
Conflictos con el arte
No es este el primer choque entre artistas y administraciones en Ourense. En su momento, Arturo Baltar vio como sus retablos se deterioraban mientras estaban bajo la custodia del Concello en el claustro de San Francisco, y Acisclo Manzano ya se quejó de que el cuadro de su Cristo estuviese en la planta baja del Auditorio rodeado de Gigantes y Cabezudos como si fuera un almacén.
