Dos voluntarios de Cruz Roja Ourense prestaron auxilio psicosocial a las familias de dos de los tres policías fallecidos en Orzán, tras estar desaparecidos una semana en el litoral coruñés. Su misión fue la de mitigar el dolor que desató la tra

Apoyo emocional de urgencia

Mónica Devesa y Suso Carballo, en las dependencias de Cruz Roja Ourense.  (Foto: MARTIÑO PINAL)
Brindar apoyo emocional en un momento en el que la realidad es tan dolorosa de digerir que tira por tierra el proyecto vital de cualquier persona. Bajo esta misión, dos voluntarios de Cruz Roja Ourense, Suso Carballo y Mónica Devesa, se desplazaron al escenario de la tragedia coruñesa de Orzán para prestar ayuda psicosocial de urgencia a los familiares que tuvieron seres queridos desaparecidos en el mar.
Ambos, psicólogo y trabajadora social, formaron parte del Equipo Rápido de Intervención en Emergencias que la oenegé desplegó en la zona del suceso para prestar apoyo a los familiares de los tres policías que intentaron rescatar, desgraciadamente sin éxito, a un joven eslovaco, que se adentró en la bahía herculina el pasado 27 de enero y del que aún ayer no había noticias.

Este acto heroico, que provocó la desaparición de dos de los tres policías prácticamente durante una semana -uno fue hallado sin vida al poco de conocerse la tragedia-, mantuvo en vilo siete días a dos familias lucenses, que otearon con incertidumbre el horizonte hasta que la esperanza se tornó en tragedia.

Los dos ourensanos, dentro de un equipo de 17 personas, acudieron a la playa coruñesa el pasado 31 de enero, antes de que apareciesen los cuerpos sin vida de dos de los tres agentes de los que no había rastro alguno. 'Tratábase de axudalos nunha situación moi difícil que trastocaba as súas propias experiencias vitais, ao ter que enfrentarse a un episodio traumático', indica Carballo.


EL DUELO

Dado que, tal y como indica, ya había un trabajo previo de acercamiento para preservar su intimidad y, a la vez, prestarles ayuda, 'o fundamental era estar con eles, acompañalos cando o precisaban e deixalos cos seus achegados cando viamos que así o necesitaban', prosigue. La labor de los dos ourensanos, al igual que la de sus compañeros, consistía, además, 'en facerlles ver que os sentimentos que tiñan eran normais, de dó'.

La esperanza de encontrarlos con vida, tal y como relatan los dos voluntarios, era más baja a medida que pasaba el tiempo, 'por lo que tenían plena consciencia de lo que ocurría, y sólo querían que todo terminase cuanto antes', matiza Mónica Devesa, quien se refiere 'a la enorme fortaleza de las familias'.

Esta trabajadora social de la oenegé, que prestó ayuda también en la catástrofe de Lorca (Murcia), apreció que los seres queridos de los dos policías vivieron, aunque muy unidas, la tragedia de forma distinta. La de Burela (del agente Rodrigo Maseda Lozano), 'estaba, como es lógico, muy acostumbrada al entorno marítimo y a su filosofía, por lo que divisaba más el mar'. La segunda, de Friol (la del policía José Antonio Villamor), se refugiaba más 'con las personas íntimas del agente'. En cuanto al amparo prestado in situ, Mónica Devesa indica que 'se trataba de estar allí, que tuviesen alguien de referencia en todo momento, cuando necesitaban hablar con alguien y cuando no'.

Ambos voluntarios hacen referencia al lazo que se tendieron ambas familias, que 'aínda que tiñan unha carpa para cada unha, quixeron estar xuntas en todo momento', matiza Suso Carballo, quien indica, asimismo, que 'esto favoreceu a súa ventilación emocional'.

La experiencia que vivieron estos dos voluntarios, que regresaron a casa cuando cayó la noche el pasado 31 de enero, 'foi realmente reconfortante', indican, porque 'a xente que integramos este equipo temos moi dentro o valor fundamental da Cruz Vermella: axudar aos demais'.

La despedida, tal y como indica Suso Carballo, no fue traumática. 'Deixámos ás dúas familias alí, falando entre elas, sen interromper ese momento íntimo, sabendo que os compañeiros que fixeron o primeiro contacto, estarían pendendentes delas en todo momento'.

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