Antonio Gali admite que asfixió a la prostituta para ‘recuperar’ su cartera

Apretó el cuello de su víctima tres minutos

La Audiencia acogió el juicio con jurado contra Antonio Gali Balaguer, para quien la fiscal solicita 15 años de prisión por un delito de homicidio, tras unos hechos que desembocaron en 2005 en la muerte de una prostituta en Maside.
Sádico. Calculador. Frío. Responsable de sus actos. Muy inteligente. Agresivo. Una persona perfectamente normal. En estos términos fijaron los psicólogos el carácter de Antonio Gali Balaguer, sentado ante un tribunal popular por su implicación en la muerte, el 21 de noviembre de 2005, de Aurora da Cunha, una prostituta de la que previamente a su muerte había solicitado sus servicios. La fiscal, Carmen Eiró, le imputa un homicidio, y por tanto intencionalidad. La acusación particular habló de asesinato y alevosía. El acusado admitió que tras un forcejeo, él la mantuvo agarrada por el cuello ‘unos dos o tres minutos’, aunque la pérdida de toda consciencia que sufrió la víctima la atribuyó ‘a un desmayo’. En ningún caso al estar muerta. Negó cualquier intencionalidad de matar.

Pero ¿cómo se llegó a esa situación? Gali Balaguer admitió que en torno a las dos de la madrugada se aproximó con su coche a la Alameda de Ourense. ‘Fui buscando una prostituta’. Aurora da Cunha se cruzó en su destino. Pactaron sexo a cambio de 70 euros y, antes de consumarlo, según el acusado ‘fuimos a tomar unas copas a cuatro o cinco bares’, donde la mujer habría tomado tranquilizantes. Coartada que serviría a la defensa para alegar que su cliente ‘estaba borracho’ y que Aurora mezclaba alcohol con Tranquimazín. Al menos una testigo situó a la víctima dentro del vehículo de Gali, y en la Alameda.

En un momento dado, enfilaron hacia Carballiño, buscando un motel. Pero hubo una discusión. Pero Antonio la acusó de robarle la cartera. Pero ella quiso regresar a Ourense. Pero se desviaron a un camino desde la N-525. A partir de entonces ya no habría más peros. Estaban en el escenario de la muerte. ‘Yo quise recuperar mi cartera’, sostuvo el acusado, así que se bajó del vehículo, lo rodeó, y sin que ella abandonase el asiento del acompañante, hubo forcejeos intensos. Él mantuvo que la agarró por los brazos, el pecho y luego el cuello. ‘La agarré dos o tres minutos’. Pero ‘nunca con las dos manos’, matizó.

Pantalones rasgados Dejó de apretar tras desgarrar sus pantalones y, supuestamente, hallar ahí su cartera. La Guardia Civil también hallaría rota la ropa interior. Ella ya no estaba consciente. ‘Para mí estaba desmayada’. La sacó del coche, la abandonó y se fue. ‘Como castigo por robarme’. El caso es que Gali Balaguer admitió que hurgó en el bolso de Aurora ‘para recuperar los 70 euros’ que le había pagado, ya que la fin y al cabo ‘no mantuvimos relaciones sexuales’. ¿No las mantuvieron? Los peritos de toxicología hallaron semen en la vagina de la prostituta ‘compatible con el ADN de Balaguer’ en un grado de fiabilidad del 99,92%. Grado que para la defensa no es ‘definitivo’, ya que habría ocho posibilidades entre 10.000 de que el resto genético no correspondiese a Gali.

Aurora yacía muerta. Pero la persona que la mató -con o sin intención- se fue a tomar unas copas pensando que ella regresaría ‘a Ourense en autostop’. Ante estos hechos, la defensa negó intencionalidad en la muerte para descartar el asesinato y el homicidio, y para crear dudas, enturbió la salud de la víctima: ‘el alcohol, las pastillas y una bronquitis pudieron afectar al mecanismo de la muerte y que ésta se debiese a algo más que a la falta de oxígeno’. Incluso apeló a una ‘ludopatía’, y a rumores sobre robos anteriores a clientes, para concluir que también en el caso de Gali intentó hacerse con su cartera. Reclamó la absolución. Subsidiariamente, homicidio imprudente.

Los forentes hablan de estrangulamiento no accidental que exigió ‘una gran presión’

Las fotografías postmortem de Aurora dejaron ver una cara llena de heridas y hematomas. En el cuello donde se advirtieron las secuelas del crimen. Y que llevaron a los forenses que realizaron la autopsia a hablar de estrangulamiento que condujo a una muerte que ‘de ninguna manera pudo ser accidental’. Y es que hubo algo más que una asfixia que le restó el oxígeno a la víctima. Hubo una ‘lesión profunda del aparato faríngeo’. Y hubo más. Hubo ‘fracturas del esternomascloideo y del tiroides’. Hubo, pues, que ‘ejercer una gran presión sobre el cuello’. En opinión de los profesionales, no con una mano, sino con dos. Pese a ello, el acusado abandonó el lugar creyendo que la mujer estaba desmayada. ‘Entré en pánico cuando dos días después leí que había muerto’. Se enteró por la prensa. Aunque calló. Sólo pasados cuatro meses, al ser detenido, reconoció su implica ción en la muerte. Cuando llevaba un año en prisión, se incorporó a un programa de alcohólicos, para tratar su adicción. A petición de la acusación particular, el jurado y al magistrado presidente del mismo, Manuel Cid Manzano, así como al acusado, se desplazaron hasta la pista en la que Gali le causó la muerte a Aurora, para una inspección visual. Se ayudaron de un croquis que en 2006 el propio acusado había diseñado.

Sólo la denuncia de una compañera llevó hasta el acusado

Cuando Antonio Gali Balaguer apretó el cuello a Aurora da Cunha hasta causarle la muerte, no llevaba ni 20 días en libertad. Hasta entonces había estado cumpliendo una pena de tres años de prisión en Portugal por tráfico de drogas. Pero mucho antes, había cumplido condena por el asesinato de un compañero de piso, al que mató de un golpe cun un hacha en la cabeza, y el de una niña de 11 años.

La Policía Judicial de la Guardia Civil admitió ayer que sólo la denuncia de Elena Fernández, otra prostituta, enfiló la investigación hacia Antonio Gali. Elena, que declaró desde prisión, aseguró que en febrero de 2006, el acusado contrató sus servicios y la llevó en su coche a las afueras. ‘Allí me desnudó, me puso una rodilla en el pecho y trató de estrangularme con las dos manos’. No obstante, consiguió zafarse.

Tal modus operandi coincidía con el que había abocado a la muerte a Aurora da Cunha. En todo caso, la defensa recordó que la Justicia había absuelto a su cliente por este caso, y que cuando la denunciante acudió a la Policía habían pasado diez días, y lo hizo sin parte médico de lesiones.




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