Varios desconocidos entraron ayer mismo en una casa de Sampaio, donde dormía una mujer de 80 años, y huyeron con 4.000 euros. La Guardia Civil descarta la presencia de bandas organizadas

Tres asaltos a ancianos en menos de un mes provocan la alarma en el medio rural

Secundino González, vecino asaltado por encap uchados el pasado 5 de noviembre en Amoeiro. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
Los asaltos a ancianos en sus viviendas han aumentando durante los últimos meses en la provincia de Ourense.
El robo, casi siempre de dinero en efectivo, es el móvil, que a veces se acompaña con agresiones a las víctimas. La voz de alarma la dan tres casos, en Baltar, Amoeiro y ayer, en Ribadavia, pero el Concello de A Peroxa advierte también de continuos robos en casas de sus parroquias, hasta el punto de que el pleno municipal de ayer en este último municipio requirió a la Subdelegación del Gobierno para que incrementase la vigilancia, a través de la Guardia Civil, porque las quejas, los miedos y la preocupación van en aumento.

Fuentes de la Guardia Civil descartaban ayer la presencia de una supuesta banda organizada como autora de los asaltos a mayores pero ha intensificado la vigilancia en las carreteras y da charlas a los vecinos del rural para enseñarles cómo tomar medidas de protección.

En cualquier caso, el pasado miércoles seis individuos, uno armado con escopeta, entraron de madrugada en la vivienda de Fernando López, de 85 años, vecino de Santo Antoíño (Baltar), que se vio obligado a entregarles 2.000 euros. Y ayer volvió a ocurrir. El asalto lo sufrió Rosario Rosendo González, de 80 años, en su casa de Sampaio de Ribadavia. La mujer dormía tranquilamente cuando la despertó un ruido. Al abrir los ojos ya no estaba sola en la habitación, había tres individuos encapuchados, que enfocaban su cara con la luz de linternas. Así lo narraba la nuera de la víctima, mientras la víctima, tras presentar la denuncia en el Cuartel de la Guardia Civil de Ribadavia, se refugió muy nerviosa y asustada en casa de unos familiares, si bien no sufrió ningún daño físico.

El asalto se producía entre la medianoche y las dos de la madrugada de ayer. Los intrusos accedieron a la vivienda forzando la cerradura de una puerta trasera del inmueble. Previamente, según declaraba la nuera de la víctima (prefiere mantener su anonimato), manipularon de algún modo el suministro eléctrico porque la casa se quedó sin luz. Una vez dentro, mientras dos de ellos lo revolvían todo, el tercero se quedó al lado de la anciana, que permaneció, según le indicaron, acostada. 'De vez en cando enfocábana coa linterna porque todo estaba a oscuras, e ela non se moveu porque tiña moito medo', manifestaba la nuera.


EL BOTÍN

Los ladrones se llevaron 4.000 euros que tenía la mujer en casa, si bien no encontraron el dinero que guardaba en el bolsillo de la ropa que había utilizado el día anterior para pagar la lápida del panteón en el que fue sepultado hace un mes su esposo. Esta circunstancia, el reciente fallecimiento del marido, empeoró, si cabe, el estado de ánimo de la anciana, según señalaba su familia, pues estaba muy afectada. También sustrajeron el terminal del teléfono fijo y un teléfono móvil.

A los vecinos más cercanos los despertaron los ladridos de los perros por cuyo motivo se asomaron a la galería, 'pero non vimos nada, e como ladran sempre volvemos á cama', apuntaron.

Una vez que los ladrones abandonaron la casa, la víctima permaneció en cama hasta las cinco de la madrugada, 'porque estaba sin teléfono e a oscuras', señalaba Benigno Rodríguez, residente en la localidad y vecino de la víctima. A esa hora, Rosario Rosendo se levantó y alertó sobre lo ocurrido a unos vecinos, que contactaron con la familia de la mujer, acudieron a su casa y la acompañaron a presentar la denuncia ante la Guardia Civil de Ribadavia. Su nuera la acompañó a las 10 horas a cumplimentar este trámite, 'estaba tan nerviosa e asustada que non quería ir ó cuartel', matizaba la familia. Benigno Rodríguez recordaba como a principios de este mismo año también habían asaltado a un bodeguero, que había recibido una paliza y le habían quitado el dinero que tenía para pagar las uvas.

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