OURENSE NO TEMPO

Bebidas de los abuelos ourensanos

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Ourense siempre ha tenido una gran tradición en los destilados y, sobre todo, los derivados del orujo. Sobre todo del licor café

Es recurrente al hablar de bebidas alcohólicas citar al rey Sabio, Don Alfonso X, quien ya alababa en su tiempo las bondades de los caldos ourensanos. Con el paso del tiempo y aprovechando esa calidad de uva, en la provincia se ha ido desarrollando una importante industria dedicada a la elaboración y mejora de unos vinos que actualmente gozan de gran prestigio a nivel mundial. Junto a estos caldos, Ourense siempre ha tenido una gran tradición en los destilados y, sobre todo, los derivados del orujo. Hoy vamos a intentar recordar algunos de estos productos de los que la mayoría han ido venciendo el paso del tiempo y con muy pocas variaciones continúan acompañando en las sobremesas y tertulias de muchos de nosotros. 

El rey de estos licores, al que se han atribuido cualidades como digestivo, tónico, antitusivo y "mano de santo" para resfriados, entre otras muchas, es sin duda el licor café (la más conocida de este tipo de bebidas es la queimada, pero no me atrevo a considerarla solamente ourensana, por ser patrimonio de todos los gallegos). Os sorprenderá conocer lo fácil que según nuestros abuelos era su elaboración en caso de urgencia:

Nunha cunca de barro se é posible poñemos todo o augardente que consideremos que se vai a consumir. E un “moito máis” xa que sempre queda escaso. Engadimos azucre en cantidade, ao gusto dos consumidores, e prendémoslle lume mentres removemos para axudar a desfacer o azucre, cando empece a afrouxar a chama, vértese encima da cunca o contido dunha cafetera de café recén feito que remate por apagar a chama, remóvese lixeramente e sérvese en recipientes pequenos. 

Esta fórmula, que según cuentan curaba todos los males y permitía estar siete días sin dormir, estaba muy en boga allá por los comienzos del siglo XX, recibiendo el nombre no oficial de calloubada (1916, Vilar de Barrio).

 Junto a esta fórmula hecha para gente “recia”, existía otra en contraposición, se trataba del resolío, resolí, rosoli o licor café aguado, que de todas esas formas era conocido. Según su ultimo nombre poca explicación precisa, se trataba de un licor café rebajado con vino blanco o agua permitiendo un uso incluso de refresco (al final va a resultar que el origen de las bebidas de cola va a ser ourensano). También existió, y hace unos años que vuelve a repuntar después del varapalo que le dio a la industria licorera ourensana el triste caso del metílico, el licor café elaborado de manera industrial. Empresas como Méndez, Viso y Paniagua tenían en su catalogo un licor café de gran calidad, que competía en clara desigualdad “co da casa”. Hoy Zirall, Icatú, Lúa son algunas de las marcas que se comercializan con gran calidad, pero poco a poco todas las bodegas ourensanas lo están incluyendo en su oferta.

Otras variedades de sobras conocidas son el clásico hierbas con todas sus variedades, dado que cada familia tiene su fórmula, siendo sin opción a discusión el suyo el mejor. Si acaso debo citar algunas fórmulas semioficiales, como el denominado Charteux (nada que ver con los licores de origen francés elaborados con más de 130 plantas), que en la zona de Trives se elaboraba con una mezcla de plantas hecha por la Farmacia Paz durante varias generaciones hasta hoy en día). O el famosísimo Eucaliptine que los monjes de Oseira continúan elaborando desde tiempos remotos.

Nuestros abuelos tenían predilección por las bebidas dulces, o quizás fueran nuestras abuelas…El caso es que otra de las fórmulas utilizadas en Ourense era la de las “escarchadas”, un método hoy en desuso, pero que incluso estéticamente tenía su “aquél”. Se trata de coger un licor, habitualmente anís o ron, se introduce en la botella vacía una ramita de anís o hinojo, mientras se calienta la bebida al fuego, diluimos azúcar al gusto en agua caliente, para mezclarlo todo en la botella. Si la metemos un rato en la nevera, o cuando temple en el congelador, no tardaremos en ver las ramas del interior de la botella recubiertas de cristales de azúcar ofreciendo una original visión de la botella. Lógicamente, el sabor es para bebedores especialmente golosos.

Finalmente citare el ponche, hoy en desuso, que en Ourense se elaboraba con coñac envejecido, pero también se puede hacer con ron o cualquier otra bebida alcohólica. Por maceración con azúcar, corteza de naranja, vainilla, canela... se obtenía un elixir “maravilloso” que se podía consumir en frío, en caliente o templado, siendo un “magnifico” tónico, aperitivo, sudorífico, etc. Había quien recomendaba incluso tomar una copita previo al desayuno. Hoy esas costumbres en buena lógica se han perdido o casi. ¡Ah!, me olvidaba, también se bebían refrescos de zarzamora, pero eso ya es otra historia.

 Recordad que: se recomienda el consumo responsable de todas las bebidas aquí citadas.

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