A pesar de haber nacido en Vilagarcía de Arousa, este sábado, día 28, a las 20,30 horas, será la primera vez que Carolina Fernández actúe en Galicia, al llevar cerca de 20 años viviendo en Madrid. Está emocionada con la idea de tocar en el Teatro Principal, aunque cada año visite una media de 30 escenarios.
Comenzó a estudiar música a los siete años.
Me formé entre los conservatorios de Pontevedra y Madrid. Desde que empecé de niña me gustó practicar diferentes estilos, desde pop, folk, bossa nova... Después di el salto a la composición y en 2008 saqué un disco con piezas propias que fusionan el new age y el folk.
Con 12 años perdió la visión, ¿cómo cambió su sistema de aprendizaje?
No pude continuar inmediatamente porque tuve que aprender el lenguaje braille, pero después no sentí un gran cambio, fue un proceso natural.
¿Cree haber tenido más dificultadas por ser invidente?
La música es un elemento muy integrador, no existen tantas barreras como en profesiones más frías, es sencillo conocer gente, rápidamente entras en contacto con otros músicos. Si tienes las herramientas y el talento eres uno más, me considero como cualquier otra persona que sale adelante en su carrera, aunque es cierto que las circunstancias cambian cuando tienes alguna discapacidad.
¿Cómo se prepara, debe memorizar los temas?
Sí, la memoria juega un papel fundamental, se ejercita mucho. No me gusta preparar las actuaciones con poco tiempo, siempre las tengo cerradas con un margen de más o menos dos semanas. En ese tiempo continúo con los ensayos y antes de salir al escenario me gusta reservarme un momento para relajarme, es algo muy importante para mí, no creo que pueda llegarse de repente y sentarse a tocar sin más.
Al terminar la actuación ¿que recibe del público?
No sólo siento los aplausos, también se escuchan comentarios de las primeras filas. Pero existe, sobre todo, una transmisión de energía. Cuando interpretas algo con emociones, puede que no coincidan con las que despiertas en el público, pero seguro que cada asistente siente algo, aunque sea diferente para cada uno de los que me escuchan.
Me formé entre los conservatorios de Pontevedra y Madrid. Desde que empecé de niña me gustó practicar diferentes estilos, desde pop, folk, bossa nova... Después di el salto a la composición y en 2008 saqué un disco con piezas propias que fusionan el new age y el folk.
Con 12 años perdió la visión, ¿cómo cambió su sistema de aprendizaje?
No pude continuar inmediatamente porque tuve que aprender el lenguaje braille, pero después no sentí un gran cambio, fue un proceso natural.
¿Cree haber tenido más dificultadas por ser invidente?
La música es un elemento muy integrador, no existen tantas barreras como en profesiones más frías, es sencillo conocer gente, rápidamente entras en contacto con otros músicos. Si tienes las herramientas y el talento eres uno más, me considero como cualquier otra persona que sale adelante en su carrera, aunque es cierto que las circunstancias cambian cuando tienes alguna discapacidad.
¿Cómo se prepara, debe memorizar los temas?
Sí, la memoria juega un papel fundamental, se ejercita mucho. No me gusta preparar las actuaciones con poco tiempo, siempre las tengo cerradas con un margen de más o menos dos semanas. En ese tiempo continúo con los ensayos y antes de salir al escenario me gusta reservarme un momento para relajarme, es algo muy importante para mí, no creo que pueda llegarse de repente y sentarse a tocar sin más.
Al terminar la actuación ¿que recibe del público?
No sólo siento los aplausos, también se escuchan comentarios de las primeras filas. Pero existe, sobre todo, una transmisión de energía. Cuando interpretas algo con emociones, puede que no coincidan con las que despiertas en el público, pero seguro que cada asistente siente algo, aunque sea diferente para cada uno de los que me escuchan.
