Botellón en Ourense | La carta de los vecinos al alcalde sobre el botellón: "Solicitamos auxilio"

photo_camera Imagen de As Mercedes este pasado sábado.
Constatan las “notablemente insuficientes intervenciones policiales” que se hacen más evidente según pasan las semanas

Andoni Antruejo es abogado y vecino de As Mercedes. Con conocimiento de ello, sus vecinos le solicitaron ayuda y Antruejo decidió recoger firmas, elaborar un escrito y presentarlo en el Concello. Ya son una docena de personas, colegios y locales hosteleros los que se sumaron a esta propuesta. En la carta solicitan “auxilio” a todos los grupos de la Corporación Municipal para solventar el constante deterioro de As Mercedes y las “notablemente insuficientes intervenciones policiales” que se hacen más evidente según pasan las semanas.

La carta: 

Suscribiendo todos los aquí citados y representados el presente escrito en prueba de conformidad y aceptación, con el mayor respeto y consideración comparezco y, como mejor proceda

EXPONGO: PRIMERO.- Que la motivación única del presente escrito, lejos de constituir una crítica personalizada gratuita, y desde la más neutral de las significaciones políticas, estriba en solicitar el auxilio de todos los grupos de la Corporación Municipal ante la situación de deterioro constante que viene sufriendo el Parque de Las Mercedes, enclave destacado de la zona turística de la ciudad, deterioro al que vienen coadyuvando tanto la dejación de los diferentes gobiernos municipales – con nula implicación del resto de grupos en cada una de las diferentes legislaturas -, así como las notablemente insuficientes intervenciones policiales, bien en número, bien en efectivos, y cuya inocuidad resulta manifiestamente evidente, en mayor medida, durante las últimas semanas.

SEGUNDO.- Los vecinos, residentes, usuarios de servicios, hosteleros y resto de negocios de la zona, vienen padeciendo durante las últimas semanas las reiteradas concentraciones, noche tras noche, incluyendo días laborables intersemanales, de grupos de personas de distintas edades, agolpados en los bancos, muros y barandillas del Parque, con el único propósito de ingerir alcohol (los socialmente denominados “botellones”), lo que desemboca en la causación de múltiples perjuicios en cuestiones de salubridad – no únicamente acústica – que afectan a todos los residentes de la zona, quienes deben contemplar impasibles, la degradación del área, el insoportable olor a orines tras cada concentración, así como los habituales destrozos y pintadas – las últimas en la calzada - que se vienen produciendo en el mobiliario urbano (frecuentada zona de esparcimiento de sus hijos y de ellos mismos), por no mencionar los daños causados en las fachadas de sus propias viviendas, colegio adyacente, Convento de las Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada, y que deben sufragados a su exclusivo cargo.

Estas concentraciones no responden a los conocidos en la legislación administrativa como “efectos indirectos o acumulativos de determinadas actividades recreativas o de ocio”, sino que son generados ad hoc reiteradamente por estos grupos de personas que se vienen concentrando diariamente en el Parque de Las Mercedes.

Si graves son los perjuicios que tanta laxitud institucional viene causando en los residentes, negocios y usuarios del Parque, resultan intolerables los daños que deben ser ilegítimamente tolerados por los locales de hostelería de la zona, los cuales, en última instancia, a pesar de la perentoria necesidad de apertura al público que se les imagina debido a las recientes circunstancias sanitarias, han debido ser a lo largo de varias jornadas clausurados prematuramente por sus respectivos propietarios antes de la hora legal de cierre, ante el insostenible comportamiento de estas concentraciones tumultuarias, pues han visto amenazados tanto sus establecimientos, de los que pretenden hacer una urinario público, como su propia integridad física, siendo objeto de amenazas, insultos y, por supuesto, víctimas de la constante inobservancia por estos grupos de cualquier tipo de medida de protección anti Covid-19.

Ante tal situación, han sido constantes las llamadas que, tanto vecinos, como hosteleros han dirigido a Policía Local y a Policía Nacional durante las últimas semanas, sin que la respuesta de los cuerpos y fuerzas de seguridad haya resultado efectiva, a no dudar por tibia, inconstante, tardía e insuficiente. Tal falta de previsión política y de respuesta policial e institucional, está provocando que, sin solución de continuidad, las aglomeraciones de este tipo de individuos en el Parque, vaya in crescendo cada noche desde el fin del estado de alarma, convirtiéndose en un punto “caliente” de un ocio mal entendido, vandálico y dañino, del que deben ser testigos a la vez que víctimas los residentes, hosteleros y resto de usuarios de la plaza, a quienes se les priva de su descanso nocturno, y quienes se ven en la injustificable obligación de soportar el rastro de insalubridad (orines, cristales rotos, pintadas, suciedad…etc.) que conlleva la permisividad institucional, por no mencionar la depreciación económica de todo el patrimonio, tanto público, como privado.

En este punto, no ha venido sino a empeorar la preconcebida justificación de “problemas competenciales” entre los cuerpos y fuerzas de seguridad desplegados en la ciudad, la centralización en La Coruña de las llamadas efectuadas por los orensanos a la Policía Nacional. Conocedores como somos, de que esta cuestión excede sobradamente las competencias municipales, es un hecho constatado que ello debería conducir a una dedicación aún de mayor intensidad que la normalmente exigible a la corporación municipal y a que fueran desplegados todos los medios a su disposición, tanto políticos como policiales, en defensa de procurar una convivencia respirable para todos los ciudadanos del Concello. Nada más lejos de la realidad. 

Siendo cierto que la Policial Local, como sucedió, por ejemplo el pasado sábado día 29 de mayo, acude al Parque en respuesta a varias llamadas vecinales, no lo es menos que sus parámetros de actuación son más que limitados pues, al margen de contar con escasísimos efectivos, su desempeño se limita a llegar al lugar de los hechos una vez ya iniciadas las concentraciones – obviando cualquier despliegue preventivo que, por pequeño que fuera, tendría un efecto disuasorio mucho más efectivo – y una vez allí, proceder a trasladar a estos grupos a las escaleras de la Calle Arturo Pérez Serantes, sin contar con ningún tipo de instrumento jurídico para impedir de raíz las referidas concentraciones.

Esta actuación deviene manifiestamente improductiva pues, una vez que Policía Local abandona el Parque, los grupos previamente desalojados, vuelven a atestarla diez minutos después. El llamamiento a la calma o la posibilidad de acudir a la jurisdicción civil, penal o en su caso a la vía contencioso administrativa cuando se produce la vulneración de la legislación administrativa medioambiental siempre que el Concello no haya desplegado una actuación eficaz en el control de la actividad o en la evitación de las molestias o haya actuado de manera tardía o extemporánea, ya han evaluadas, a pesar de su lento desarrollo, dudosa eficacia y evidente coste personal para los particulares.

En este escenario, no es descartable - comienzan a surgir voces alentando a ello -, aunque sí indeseable, la propia organización vecinal (del modo que ya ha ocurrido en otras ciudades a través de distintas iniciativas de concentración ciudadana) para frenar esta tendencia, lo que sin duda alguna agravaría los altercados y no generaría ningún tipo de solución, sino todo lo contrario, aún mayor número de conflictos. Genera especial incertidumbre y desazón, observar cómo la única esperanza que albergan no pocos respetables residentes y profesionales de la plaza, se concrete en la auto organización en una especie de partidas vecinales, para poner fin a una insalubre actividad que entendían desterrada del Parque hace diez años, todo ello motivado por la absoluta desatención municipal que, finalmente, terminará por convertir la plaza en otra más de las numerosas calles del centro (las cuales empiezan a ser seña de identidad de la ciudad) completamente, desmejorada, depreciada, deprimida y atestada de pintadas y suciedad. 

TERCERO.- Huelga mencionar que, tras el levantamiento de las más restrictivas medidas anti Covid decretadas por la Presidencia de la Xunta de Galicia, se retorna al páramo regulatorio que contempla a la Comunidad Autónoma de Galicia, y por ende al Concello de Ourense, en relación a las normas “anti botellón”, cuya competencia normativa está atribuida a comunidades autónomas y ayuntamientos.

Sin perjuicio de lo manifestado en el párrafo anterior, no puede obviarse que aún sigue vigente lo dispuesto en el párrafo 2º del artículo TERCERO de la ORDEN de 7 de mayo de 2021 por la que se establecen medidas de prevención específicas a consecuencia de la evolución de la situación epidemiológica derivada de la COVID-19 en la Comunidad Autónoma de Galicia teniendo en cuenta la finalización de la prórroga del estado de alarma establecida por el Real Decreto 956/2020, de 3 de noviembre, relativo a la limitación de la permanencia de grupos de personas en espacios públicos o privados, y cuyo tenor literal responde al siguiente texto, el cual está resultando permanentemente horadado por todas y cada una de la instituciones responsables del mantenimiento del orden público en la ciudad: 

“En el territorio de los ayuntamientos de la Comunidad Autónoma de Galicia no incluidos en el punto anterior se limitará la permanencia de grupos de personas a un máximo de cuatro en espacios cerrados, y de seis en espacios abiertos o al aire libre, sean de uso público o privado, excepto que se trate de convivientes. En el caso de agrupaciones en que se incluyan tanto personas convivientes como personas no convivientes, el número máximo de estas será de cuatro o seis personas en función de si se reúnen en espacios cerrados o abiertos. No obstante, en estos ayuntamientos entre la 1:00 y las 6:00 horas la permanencia de grupos de personas en espacios de uso público, tanto cerrados como abiertos o al aire libre, y en espacios de uso privado quedará limitada a los constituidos exclusivamente por personas convivientes”.

A nivel municipal en concreto, aún a la espera de la aprobación y entrada en vigor de la tan aplaudida y finalmente defenestrada “Ordenanza municipal reguladora da convivencia cívica e a protección da saúde derivada do consumo, venda, publicidade e/ou promoción de bebidas alcohólicas no espazo público do Concello de Ourense”, el caos y la falta de previsión vuelven a presidir el ocio nocturno en determinados puntos de la ciudad, incluso en aquellos lugares donde tan incívicas conductas habían quedado desterradas hace años, como es el caso del Parque de Las Mercedes. Vuelve desde hace semanas - coincidiendo con el relajamiento de las medidas anti Covid - a reproducirse, ante la pasividad municipal, policial e institucional en general, la invasión del espacio público para el exclusivo disfrute gutural de estos individuos que no son sino fuente de generación de innumerables perjuicios para el resto de conciudadanos, cuando la responsabilidad in vigilando de su protección e integridad, descansa únicamente en las administraciones públicas y, concretamente, en la Institución Municipal, y no únicamente en su Gobierno, sino en todos y cada uno de los miembros de los grupos municipales que deben velar por una razonable convivencia.

En este sentido, son incontables los municipios que venían aplicando, mediante diferentes normativas, todo tipo de restricciones y prohibiciones en relación al consumo de alcohol en la vía pública, incluso mucho antes de la pandemia. Mientras tanto, en la ciudad de Ourense, esta necesaria prevención, únicamente se reduce – y de manera no muy efectiva – al ámbito del control de consumo de bebidas alcohólicas por menores de edad en el espacio 7 público, por ser una actividad, como es sobradamente conocido, absolutamente vetada por legislación de ámbito nacional. Es decir, más allá de que las actuaciones policiales se dirijan a la imposición de alguna sanción por este motivo, el grueso del problema, la cuestión nuclear plasmada en las reiteradas concentraciones de personas en el espacio público con el único fin de perturbar la convivencia del resto de convecinos, es completamente soslayada por todas las autoridades responsables.

Como colofón a todo ello, parece que las esperanzas de los residentes de la zona para el normal uso de los espacios públicos, deben descansar en el proyecto de la nueva ordenanza que regulará el uso de veladores que, a buen seguro, constituirá el azote de los profesionales hosteleros que incumplan la referida normativa, mientras, por el contrario, seguirán produciéndose día sí, día también, con total aquiescencia de la administración local, las incívicas concentraciones nocturnas objeto del presente escrito. 

CUARTO.- Ante tal desregulación, a medio del presente escrito, los abajo firmantes instan a todos los grupos municipales para que conforme a sus atribuciones, establezcan los límites normativos necesarios a tan perentoria cuestión que, si bien en tiempos de pandemia ha resultado vital, su importancia no es menor actualmente, a no dudar dado que el riesgo para la integridad de las personas no se ha extinguido a pesar del decaimiento de las más restrictivas de las medidas adoptadas desde la finalización del Estado de Alarma decretado por el Gobierno Central.

El punto de inflexión en el control de tan incívica actividad debe surgir desde una iniciativa local, por ostentar competencias normativas para ello, y puesto que es desde el ejercicio más cercano de la política, desde el conocimiento más directo del estado del municipio, el lugar desde el que adoptar las más eficaces medidas que redunden en pos del beneficio de la ciudad, tanto en cuestiones de salubridad ciudadana como en relación a la protección del sector servicios local.

Lo contrario, la dejación de funciones, la manifiesta negligencia o simplemente una actuación displicente con este fenómeno, ocasiona perjuicios indelebles no sólo a nivel vecinal privado o económico en el sector de la hostelería, sino a nivel de competitividad turística, pues el área destinada para ello aparece descuidada, sucia, permanentemente llena de pintadas en muros, tal vez protegidos por Patrimonio, pero expuestos a todo tipo de actos de vandalismo que, siendo inevitable su reducción a cota cero, sin ningún género de dudas, resultaría razonablemente controlable de existir una previsión normativa local que dotara de una eficaz herramienta sancionadora a los cuerpos y fuerzas de seguridad. 

En virtud de cuanto ha sido expuesto, SOLICITO del Sr. Alcalde - Presidente:

Que teniendo por registrado el presente escrito, conforme al contenido del mismo, se preste a los suscribientes el amparo requerido y, en consecuencia, se adopten por la Corporación Municipal, con el debido impulso del equipo de gobierno, las medidas relativas para la aprobación de una ordenanza relativa a la regulación del consumo de bebidas alcohólicas en el espacio público del Concello de Ourense sin perjuicio de que, hasta la referida aprobación, se establezcan las medidas adecuadas para la limitación y control de tan cuestionable actividad, en virtud de la normativa autonómica en vigor. 

OTROSI DIGO: Que en aras a la necesaria acreditación y comprobación de la gravedad de los hechos que se han plasmado en el cuerpo de este escrito, se interesa por los suscribientes la siguiente práctica:

b) Que por el Área de Sanidad y/o Área de Asuntos Sociales del Concello de Ourense se encargue la emisión de informe sobre el estado del Parque de Las Mercedes y en concreto sobre la repercusión y el impacto que, las concentraciones de personas en horario nocturno, generan en la zona.

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