EN OURENSE

El Casco Vello pierde 315 vecinos en seis años pero es el más habitado de Galicia

Expertos y políticos piden "más control" sobre los locales nocturnos; los vecinos se sienten "abandonados" por la administración

La complicada convivencia en los cascos históricos de las siete grandes ciudades gallegas está llevando al descenso progresivo de la población que reside en los mismos. Los problemas en el Casco Vello y sus consecuencias son si cabe más importantes en Ourense que en ninguna otra urbe, debido a que la zona histórica de la ciudad de As Burgas es la que cuenta con una mayor población habitual censada de todas las de Galicia, según los datos del Instituto Nacional de Estadística de acuerdo a las secciones censales, y en sus calles reside casi tanta gente como en las zonas históricas de Vigo y Lugo juntas.

Según esos datos, en los últimos seis años, el Casco Vello ourensano perdió 315 residentes, al pasar de 5.793 vecinos en 2012 a 5.478 a 1 de enero de 2018. Es decir, sufrió un descenso de un 5,5 % de la población total. Respecto al resto de ciudades gallegas, las cifras muestran desgaste en todos las zonas históricas gallegas, salvo en A Coruña, donde ha habido un ligero repunte. Así, en la capital herculina, la Cidade Vella subió de 3.463 a 3.585 habitantes (+3,5%) en los últimos seis años; en Vigo, el Casco Vello bajó de 3.381 a 3.190 habitantes (-5,6%); en Lugo, la población intramurallas pasó de 3.021 a 2.892 (-4,2%); en Santiago, el descenso fue de 2.571 a 2.324 (-9,6%); en Pontevedra de 2.148 a 1.987 (-7,4%) y Ferrol Vello de 2.062 a 1.980 (-3,9%).

En todo caso, las cifras se refieren a población censada, ya que en el caso de Santiago, como ciudad universitaria, no se contabiliza a muchos estudiantes que residen en la zona vieja. El Concello, recientemente, había llegado a cifrar en 10.000 el número de residentes.


Una normativa por cumplir


La realidad de los cascos viejos, donde se instala cada fin de semana la "movida nocturna" supone un problema político y social a resolver. José Cudeiro, concelleiro de Urbanismo, adelanta que se está revisando el Plan especial del Casco Histórico: "Vamos a revisar los usos de la zona y ver si podemos compatibilizar la vida de los vecinos con los locales". Para ello, el Concello llamará a expertos y asociaciones vecinales. Desde la oposición coinciden en la "dejadez" de la actual administración frente a las quejas vecinales. José Ángel Vázquez Barquero, portavoz del PSOE en la ciudad, defiende el "cumplimiento" de las normas: "Si hay un reglamento y no se cumple, la vida de los vecinos se convierte en un calvario, como está pasando". "Non se traballa no futuro de Ourense, e así está, é un caos sen calidade de vida", se une Martiño Vázquez, portavoz de Ourense en Común. "É unha consecuencia da falta dun modelo de cidade por parte da administración", señala por su parte Luis Seara, responsable local del BNG.

Mientras, Alberto de Paula, presidente del Colexio de Arquitectos reconoce la afectación de los ruidos en los edificios: "La solución técnica para aislar resulta costosa y debe ser muy rigurosa". De Paula defiende que es un problema "complejo" y que la educación cívica podría ser la solución.


Peleas, ruidos y vandalismo en las calles: “¿Calidad de vida? Cero"


"Calidad de vida? Cero. Al menos, en gran parte del Casco Viejo", señala José Luis Biempica, exvecino del barrio. "Nos mudamos de allí hace un tiempo porque era imposible descansar, yo iba a trabajar con ojerones todos los días", añade. 

Durante los últimos años, numerosos vecinos tomaron la misma decisión que Biempica. "La gente está desesperada, ya no es solo el ruido de la fiesta, sino también luego, cuando gritan y pelean", señala Marita Soto, de la asociación vecinal de As Burgas. "La gente mayor lo pasa fatal porque no se puede dormir", añade. Desde calles como As Burgas, las quejas van en la misma dirección: "Después de beber bajan por aquí, andan a gritos, saltan la valla y entran en las piscinas...". Muchos inquilinos hablan de "resignación" con rabia, porque se sienten "abandonados" por la administración. "Volven pouco por nós e logo moito falan do Casco Histórico", señalan desde Hernán Cortés. "Mexos, pintadas, vómitos... Os luns especialmente non se aguanta, despois de toda a fin de semana", critican los vecinos. Lo peor, la falta de "calidad de vida" en sus propias viviendas. Desde el Corregidor, más de lo mismo: "Nos preguntamos por qué todas las fiestas que se hacen tienen que tener ahí el epicentro sistemáticamente, un día vale pero...". 


Irritabilidad, cansancio...


El psiquiatra David Simón reflexiona sobre las consecuencias del ruido y de la falta de descanso en la salud. "Todo lo que afecta a la arquitectura del sueño pasa factura, provoca irritabilidad al día siguiente, falta de concentración, cansancio, entre otras", apunta.

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