Dos incendios coincidiendo en el tiempo han puesto en evidencia la precariedad del servicio de bomberos del Concello de Ourense. Uno de ellos, el más grave, se produjo en la Finca da Marquesa, y el otro requirió presencia de efectivos en un contenedor. Por lo tanto, el servicio quedó ya al límite de capacidad de respuesta.
En la actualidad hay en torno a medio centenar de bomberos en el parque de la capital pero allá por el año 2000 había 74. Es decir, las necesidades han ido a más y los funcionarios a menos. Los representantes de los trabajadores municipales responsabilizan al Concello de Ourense de esta situación ya que es la institución local la responsable de este servicio.
Este tipo de situaciones deja al descubierto la gestión municipal. La ciudad se encamina a ser un decorado de película de vaqueros. Detrás del cartón piedra de las fachadas está el desierto. Pero esto ya se ha dicho también en varias ocasiones. ¿Qué es lo que queda por decir, entonces? Muy poca cosa, a lo sumo buscar responsabilidades y ahí si que las cosas están meridianamente claras: desde luego el Concello de Ourense no lo es y mucho menos el concejal o concejala responsable. Del alcalde, ni les hablamos.
