Cómo merecerse una familia

Todos los niños se merecen tener una familia, incluso los que nacen sin suerte. Ésa es la máxima de Rocío y Jesús, un matrimonio que ha formado una familia numerosa en Ourense con tres hijos biológicos y dos adoptados. Diego llegó de un orfanato de Vietnam con hepatitis C y Rodrigo, que padece discapacidad y patologías asociadas a la toxicomanía de su madre biológica, de una familia de acogida. En el año 2021, se recibieron un total de 160 solicitudes de adopción en Galicia, la cifra más alta de los últimos cinco años. En la provincia de Ourense, las peticiones de adopción nacional fueron 11, por debajo de las 13 que se registraron en 2019, y las internacionales fueron solo dos, frente a las cinco de 2019. “Siempre quise adoptar y, cuando conocí a mi marido, le enamoró la idea. Decidimos ser padres de las dos maneras”, recuerda Rocío González, de 32 años, que por las mañanas trabaja como enfermera en la Seguridad Social y a las tres de la tarde recoge a sus cinco hijos en el colegio y empieza su jornada laboral más intensa. “Hay días en que llegan las ocho de la tarde y no puedo más, pero los niños son felices y nosotros, también”, asegura. Cruzar medio mundo La primera adopción fue internacional y la solicitaron en 2015, cuando ya tenían dos hijos. Con ellos de la mano, año y medio después, cruzaron medio mundo para recoger en un orfanato de Vietnam a Diego Dui, que entonces era un bebé de once meses con hepatitis C positiva. En la solicitud aceptaron que el niño padeciera enfermedades o tuviera necesidades especiales. “Nunca nos planteamos interrumpir mis embarazos porque surgiera algún problema, así que, a la hora de adoptar, seguimos el mismo criterio”, explica Rocío, aunque comprende todas las posturas. Ahora Diego Dui tiene seis años y está completamente sano porque tuvo la suerte de generar anticuerpos y no llegar a desarrollar la enfermedad. En 2017, pidieron la segunda adopción, que fue nacional y también ampliada a niños con necesidades especiales. Dos años después, llegó a sus vidas un bebé de 20 meses llamado Rodrigo y con él, la convivencia de toda la familia con la discapacidad. Necesidades especiales Su madre biológica abusaba de las drogas, por lo que Rodrigo sufrió síndrome alcohólico fetal y padece discapacidad intelectual, retraso global del desarrollo, trastorno de espectro autista, epilepsia generalizada y baja visión. “Ahora tiene cuatro años, y gracias a él, sus hermanos conocen de cerca lo que es el esfuerzo, el espíritu de superación, y el amor incondicional”, reflexiona Rocío. Todos los niños están escolarizados; Rodrigo, también. Cursa segundo de infantil en un colegio normativo y va a terapia en la sanidad pública y en la privada. “Los cuidamos como podemos. Tenemos una persona que nos ayuda por las mañanas. Es cierto que nosotros tenemos la suerte de contar con los medios para adoptar a niños con discapacidad”, confiesa, aunque señala que no hay que tener un gran nivel adquisitivo para adoptar. Rocío es consciente de que dos de sus cinco hijos nacieron con menos suerte, pero se siente muy afortunada de ser la madre de dos niños que cada día le enseñan lo que es superarse. Diego y Rodrigo se merecían una familia y han tenido la suerte de encontrarla.