Los nuevos proyectos miran a establecimientos pequeños y de precio módico, ante la falta de un hotel termal que sirva de guía

La crisis y la falta de planificación lastran el sector hotelero ourensano

El cierre del Hotel Río Miño es también un reflejo de la crisis, en este caso la que padece el sector hotelero de la ciudad y del conjunto de la provincia.
La caída de clientes, dicen en la Federación provincial de Hostelería, por la falta de un hotel-balneario con spa que sirva de punta de lanza del desarrollo hotelero y turístico, frena el mantenimiento de los negocios y la contratación de personal y, al final, la situación aboca al cierre. Esa reducción de personal en el sector se suma a ese contexto económico desfavorable, el causante también, junto con el escaso peso de la ciudad y la provincia en el entramado turístico o de congresos del país, de la difícil situación que atraviesan grandes establecimientos ya consolidados.

Además, empresarios consultados y que prefieren no dar su nombre reconocen que la apertura de dos nuevas instalaciones hoteleras en el centro, de NH y Carrís, han copado y segmentado la limitada clientela que llega a la ciudad, además de que ahora otra gran parte de ella se dirige más hacia pequeños establecimientos hosteleros también céntricos pero de tarifas más económicas. 'Prima el ahorro, manda el precio', dice un miembro del sector, que pone como ejemplo de víctima de la crisis económica al Sanmartín, inmerso desde hace tiempo en diversos conflictos. Fue el primer hotel de cuatro estrellas de la ciudad, en el emblemático edificio Torre.

Los hosteleros también ejemplifican el caso del hotel Auriense, en O Cumial, perteneciente a la cadena Eurostars Hotels, del grupo Hotusa, y con 134 habitaciones. Su ubicación, atractiva por estar cerca del mayor polígono industrial de la provincia, el de San Cibrao, se habría visto afectada con la crisis y la reducción de negocio en esa área industrial.

Pese a ello, hay algunos proyectos en marcha que aún buscan negocio en el sector, aunque a base de construir esos 'hoteles pequeños y con encanto', dicen. Es el caso de la hostería Cándido, que tramita la apertura de un hotel en la calle San Miguel de la ciudad, o la iniciativa, aún en sus inicios y con las dudas que genera la actual crisis económica, de convertir la manzana entre Lamas Carvajal y Praza de Santa Eufemia en un conjunto hotelero, igualmente catalogado bajo el epígrafe de 'con encanto'.

Sin embargo, son los establecimientos abiertos los que explican la estadística reciente sobre el sector: crece ligeramente el número de establecimientos, aumentan las plazas pero el personal empleado se reduce. Y los clientes tampoco lanzan esta industria, porque Ourense sigue siendo provincia de paso.

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