Una espiral de llamadas telefónicas, reuniones fuera y dentro de Ourense, caras de póquer, envites y manejos de trileros en el que los partidos se jugaban mucho: su palabra. Entre la noche del viernes y la primera hora del sábado, el vuelco fue total
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Las 12 horas que precedieron a la investidura en el Concello fueron una espiral de llamadas telefónicas, reuniones fuera y dentro de Ourense, caras de póquer, envites y manejos de trileros en el que los partidos se jugaban mucho: su palabra, hacer lo que venían diciendo que harían desde la campaña y desde que se conocieron los resultados del 28M o sorprender a sus votantes y cambiar de paso. Todo se cierra con Gonzalo Pérez Jácome en la alcaldía como fuerza más votada, gobernando en minoría, y el PP igual, pero en la Diputación.
La reunión rápida en la Alameda antes del pleno
Y una de las imágenes que quedan del último giro final, con el pacto del PP gallego y Jácome, es la de una reunión exprés en la Alameda de Ourense hora y media antes del pleno de investidura. Acudió José Luis Gavilanes en representación de la cúpula gallega del Partido Popular.
Todos evitaron mostrar sus cartas hasta el último minuto. Encima del tablero, dos instituciones: el Concello y la Diputación. Eso decían, o eso pensaron sus votantes, pero lo que realmente estaba en juego en las conversaciones y opciones de pacto barajadas era la Diputación. Todo el foco estaba puesto en el Pazo Provincial. El resultado de las últimas 12 horas de negociaciones lo dejaron patente, el Concello siempre había sido la moneda de cambio.
Ni PPdeG ni PSdeG habían estado dispuestos a negociar entre sí en busca de un posible acuerdo e iniciaron una carrera negociadora con Jácome. Un giro copernicano sobre lo que habían sostenido durante la campaña, y tras el 28M, de forma reiterada. Y mientras ya negociaban con él, siguieron afirmando públicamente que nunca lo harían. Por su lado, el BNG recibía instrucciones, también desde Santiago, para alinearse con el PSOE, siempre que se mantuviera una línea roja frente al PP.
El PSdeG se adelantó en la negociación y cerró rápidamente un acuerdo con Jácome. El PPdeG se veía ya fuera de la negociación, fuera del Concello y de la Diputación, pese a los intentos de Paula Prado, secretaria xeral del PPdeG. Las conversaciones de Prado Con Jácome nunca habían dado avances, la interlocución no fue buena, hasta que dejaron de hablar el viernes al mediodía. El PP decidió intentarlo con Diego Calvo, vicepresidente segundo y conselleiro de Presidencia, Xustiza e Deportes, y Miguel Tellado, vicesecretario general de Organización del PP nacional. Ambos habían sido ya interlocutores con Jácome en las negociaciones de hace cuatro años con DO. Duró poco, la negociación se volvió a frenar a las diez de la noche del viernes, tras el órdago de Tellado: el PP estaría dispuesto a votar a Paco Rodríguez como alcalde a cambio de presidir la Diputación, como lista más votada.
Y así fue. El PPdeG pidió al líder popular, Manuel Cabezas, que anunciara su renuncia a la alcaldía, en aras de un gobierno municipal que dejase fuera a Jácome y ofreciera el viernes por la noche a través de un audio enviado a la prensa sus votos a la tercera fuerza, al PSOE de Paco Rodríguez. Un ofrecimiento que Cabezas también publicaba en sus redes sociales.
El PSOE recibió la oferta, acusó recibo de la misma y se la trasladó al BNG, que se alineó dando su apoyo para impedir así que Jácome se hiciera con el bastón de mando. La oferta de los votos del PP al PSOE fue un revulsivo que automáticamente reactivó unas tensas negociaciones entre PP y DO.
La Diputación podía acabar en manos del PP y Jácome verse fuera del Concello, que quedaría en manos socialistas si se daba el acuerdo PP-PSOE con el apoyo de BNG.
El PSdeG estuvo esperando respuesta del PP hasta que tan solo segundos antes de que DO y PP plasmaran el pacto en un documento ayer por la mañana, todo saltara por los aires. Gonzalo Pérez Jácome y José Luis Gavilanes, alcalde de Xunqueira de Ambía -por orden de Paula Prado, como representante de la dirección gallega- firmaron las 10,15 horas de la mañana en la cafetería de la Alameda. Apenas segundos antes de la firma, el socialista Paco Rodríguez, que había confirmado por la mañana que aceptaba la oferta, recibió la respuesta negativa de los populares.
En el tablero se habían movido las fichas. A primera hora del día de la investidura PPdeG y DO habían llegado a un pacto que, además, según algunas fuentes, contemplaría que Jácome no se presente a las autonómicas de 2024.
Minutos después salía a la luz el documento que sellaba el acuerdo de investidura. Un pacto de “no agresión”, en el que las dos fuerzas políticas se comprometían a votar por sí mismas en la elección del alcalde de Ourense y del presidente de la Diputación. El resultado: gobierno en minoría de las listas más votadas en ambas instituciones. El Concello para DO con sus 10 ediles, y la Diputación para el PP, con sus 12 concejales.
Cambio de estrategia
El PSdeG había cambiado de estrategia, había renunciado a la Diputación. El PPdeG veía la oportunidad de dejar al PSOE fuera de las dos instituciones y garantizarse la Diputación. Y cerró la partida. Poco antes de dar comienzo el pleno de investidura, Jácome anunciaba, primero en los corrillos del Concello, y después en sus redes sociales, que DO votaría a su candidato, tanto en el Concello como en la Diputación. A este anuncio, le seguía un tuit de la cuenta oficial del PP de la ciudad, que dejaban claro que ellos harían lo mismo ante la falta de respuesta a la oferta realizada la noche anterior.
La oferta de Cabezas de votar al PSOE, la decisión de Paco Rodríguez de aceptar los votos del PP y la complicidad del BNG fueron el resultado de un juego que nunca se jugó en Ourense y donde los candidatos ourensanos fueron manejados como meras piezas de la partida.
Sin sorpresa final
Durante el pleno, en el ambiente había dudas. Pero los rumores de que algunos ediles del PP estarían dispuestos a votar al socialista Paco Rodríguez, desoyendo las directrices del partido, se quedaron en eso, rumores. La disciplina de voto imperó, y Manuel Cabezas, al marcharse, deslizó su marcha, y descargó la responsabilidad en la cúpula gallega del partido.
