POR BARRIOS

El pueblo del 11 de marzo

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photo_camera Imagen del primer homenaje en As Curuxeiras a la víctimas del atentado de Atocha, el 11 de marzo de 2005.

As Curuxeiras no está en el mapa mediático ni por población ni por extensión. Sin tiendas pero con niños, no falla cada 11 de marzo desde el 2005 a su liturgia más humana, el recuerdo de las víctimas

Algo más de doscientos habitantes componen el censo del pequeño pueblo de As Curuxeiras, en la ciudad. "Somos pocos pero folloneros", exclama José Antonio Bautista, uno de los vecinos. Alrededor de una veintena son niños de entre 3 y 13 años. No busque tiendas, no las hay. Sólo casas. Rairo, a tiro de piedra, sí tiene un bar. Que además hace de tienda. "Aquí no tenemos, ¿para qué? El local social ya hace de ello", puntualiza Bautista.

Pero por nada de esto es conocido en Galicia As Curuxeiras. Si lo es es por su vertiente humana. Lo es porque todos los 11 de marzo desde el 2005, a las 19,30 horas, los vecinos rinden su particular homenaje a las víctimas del atentado en Madrid. Es un acto breve y sencillo, en el que el presidente de la asociación de vecinos, ahora José Manuel García Casares, da lectura a unas palabras que dan paso a una ofrenda floral por parte de unos niños y termina con dos minutos de silencio. "Una cosa así tiene que llevarse en el corazón y sentirse", detalla. Ninguno de los fallecidos tenía vinculación con As Curuxeiras. "Fue algo espontáneo producto de la rabia que sentíamos", recalca. Un monolito en la plaza del pueblo, con los nombres de los fallecidos en los laterales, simboliza el recuerdo.

La idea partió tres o cuatro días después del atentado que se cobró 192 víctimas. José Antonio Bautista era por aquel entonces, 2004, presidente de la asociación de vecinos Laxas. "Estábamos sentados tomando una cerveza y te entra esa cosa... Nos salió del alma", recuerda.

Han pasado los años pero rechaza que el tiempo todo lo cure. O lo olvide. "Es verdad que la vida pasa rápido, y que en el 2005 estaba todo muy reciente y con el paso de los años todo va quedando atrás. Pero cuando nos reunimos cada 11 de marzo todos seguimos sintiendo una fuerza especial en el estómago".

Ese día no falta nadie. "Viene todo el pueblo, además de amigos que no son de aquí. También las autoridades. Es un día en el que queremos reflejar nuestros sentimientos", relata.

Bautista no tiene constancia de ningún otro lugar, Madrid aparte, en el que año tras año, espontáneamente, se rinda homenaje a las víctimas. "Tampoco es algo que nos ocupe. Nosotros decidimos hacerlo porque nos salió del alma. Y ahí nos quedamos", subraya. 

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