PLAZA DE ABASTOS

“Entiendo al cliente 
con solo mirarle a la cara"

Plaza abastos
photo_camera Plaza abastos

Pescados frescos y de calidad son la apuesta de Loli y Merche 

El 28 de mayo entró el primer atunero de la temporada a descargar en el puerto lucense de Burela y la carga en subasta dejó un precio medio de 10,52 euros el kilo. El martes Loli y Merche vendían en la plaza de abastos de Ourense la rodaja limpia a 18,90 euros. Un restaurante de la ciudad pagó en el mismo establecimiento por una lubina de 2,5 kilos en torno a cien euros y la sardina, la reina de los pescados de junio, se paga a 6,90 pero la carrera no ha hecho más que empezar porque en torno a San Juan, el día 24, la cotización posiblemente llegue a veinte euros.

La pescadería de María Dolores Barreiros y de Mercedes Mares (Loli y Merche, prefieren ellas) es uno de los establecimientos clásicos del mercado y ellas veteranas vendedoras de pescado, profesión que también admite ahora la denominación de expendedoras de productos del mar.

Han curtido su experiencia no en estos modismos gramaticales, sino en el lenguaje claro del mostrador de un puesto que está en la primera planta del edificio que corona el conjunto. Estos días están montando un acuario como parte de una mejora en la oferta que dan a sus clientes, que se basa en la calidad del producto de las rías, marchamo del que hay que presumir. El puerto de Burela es una de las despensas fundamentales de esta pescadería, de donde procede también el rapante, el pulpo, el calamar o la merluza.

"Esta es una buena época", dice Loli, refiriéndose al verano, que la económica ya es otro cantar. De sus palabras se extraen conclusiones positivas, algo infrecuente en estos tiempos en los que vendedores y compradores de cualquier producto se quejan, casi siempre por lo mismo: la crisis. Dice la responsable de la pescadería que su clientela "exige pescado bueno" y trata de no defraudarles, aunque reconoce que "hay otra mucha gente que no lo aprecia". Después de 25 años al otro lado del mostrador Loli dice "entender al cliente con solo mirarle a la cara" y que los compradores de sus pescados o mariscos "son casi como de la familia".

EL ENTORNO

El tono de satisfacción, incluso de felicidad, que se percibe en una conversación sobre la mercancía que se vende en la plaza de abastos se vuelve agrio cuando se habla de la conservación del espacio. Esta sección se convierte semanalmente en un diván en el que los placeros desahogan sus frustraciones sobre las condiciones en las que está la plaza.

Son ya más aceradas las críticas sobre el abandono que el lamento por la crisis económica. Loli comenta, a modo de esclarecedora anécdota, que "hay cerca de nuestro puesto unas rejillas en las que tropezamos nosotros y los clientes y ni siquiera se cambian". También se guarda algunos dardos para los responsables políticos a los que no pone nombre ni identifica bajo ninguna sigla, porque quizá no sea necesario. Dice Loli que "aquí solo vienen en elecciones para darte la papeleta para que les votes, luego se olvidan y por aquí no vienen más". Y proclama así su desconfianza: "Llevan toda la vida prometiendo arreglos y digan lo que digan ya no les creo".

Te puede interesar