Las menores sustraían las llaves a sus compañeras de colegio y hacían después duplicados

Tres escolares de la ciudad, implicadas en una banda que desvalijaba pisos

El olfato de sabueso del jefe de estudios del colegio Divino Maestro de la ciudad, en el barrio de O Vinteún, permitió resolver el caso. Alertado por la oleada de robos en viviendas de alumnos que estudiaban allí, pensó que casualidades hay pocas y descubrió que detrás de las sustracciones precisamente estaban dos estudiantes de ese centro concertado. Aunque tenían un plan perfectamente urdido dentro y fuera de las aulas, el instinto del profesor dio al traste con sus habilidades más allá de los libros de texto.
Ayudadas por una tercera adolescente, amiga de ambas y considerada por los investigadores como la 'ideóloga', aprovechaban los descuidos de sus compañeros de clase, sobre todo en horas de Educación Física, para apoderarse de las llaves de casa que guardaban en las mochilas. En la misma mañana lectiva, conseguían hacer un duplicado. Después, era cuestión de paciencia. Aguardaban que no hubiera nadie en el interior de las casas para entrar y así hacerse con el preciado botín: alhajas de todo tipo y valor.

Detrás de todo este entramado, según precisaron fuentes cercanas al caso, había también adultos: cuatro receptadores de las joyas, entre los que estaba un exnovio de las niñas, y el cerebro del grupo, tal como lo considera la Policía Nacional, que era a la postre tío de la joven 'ideóloga'. Este último era el encargado de aleccionar a las pupilas de cómo debían hacer para no dejar rastros que las delatasen: desde usar guantes para evitar huellas en las llaves hurtadas hasta cómo debía ser la vigilancia de las casas.

Todos ellos fueron detenidos y pasaron a disposición judicial, quedando en libertad con cargos: receptación y robos en cuatro viviendas habitadas. Todas ellas emplazadas en el barrio de O Vinteún.

Según se desprende de la investigación desarrollada durante estos dos últimos meses, cuatro de los adultos arrestados eran los encargados de vender las joyas en una conocida casa de compraventa de oro de la calle Progreso, en donde quedaron sus datos personales, un hecho clave para tirar del hilo. Por alguna de las piezas, incluso llegaron a percibir cerca de 300 euros.

Las escolares, según llegaron a reconocer ante la policía, recibían a cambio pequeñas cantidades de dinero para sus gastos.

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