DESAPARICIóN

La familia de Laura 
dos Santos emprende 
su búsqueda sin ayuda

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photo_camera Imagen del cartel que distribuye la familia de Laura en la isla de Madeira solicitando ayuda.

Han viajado tres veces a Madeira para distribuir carteles de la mujer, que sufre alzhéimer y que desapareció en la isla el pasado 12 de junio

Hoy hace 27 días que Laura dos Santos, una vecina de Leiro de 67 años de edad y que sufre alzhéimer, desapareció en Arco de Calheta, una pequeña población en la costa oeste de Madeira. La mujer, nacida en la isla aunque ciudadana española, salió de casa de una amiga con la que pasaba unos días de vacaciones junto a César, su marido, la mañana del 12 de junio. La familia no ha tenido noticias suyas desde entonces, y se queja del escaso apoyo que ha recibido por parte de las autoridades españolas. Mientras la policía portuguesa, que esperó las 30 horas preceptivas para activar el protocolo de búsqueda, les dice que hay que esperar; el Ministerio de Asuntos Exteriores español ha remitido el caso "a una unidad de crisis", según explica César, el hijo del matrimonio. "Les envié la documentación que me pidieron, básicamente la denuncia, desde Madeira unos días después de la desaparición. Ya de vuelta a Ourense, les llamé. Me dijeron que no les había llegado nada. Y en ese punto estamos".

Los parientes de la desaparecida en la isla -dos primos- se encargan de mantener el contacto con la policía portuguesa. Pero sin avances. Así que entre los hijos de Laura -tiene tres de un anterior matrimonio- han organizado la búsqueda.

Primero fue Carlos el que dos días después de la desaparición viajó a Madeira para estar con su padre. "Entonces me puse en contacto con la embajada en Lisboa, porque en Madeira hay un cónsul honorario y no estaba. Me ofrecieron apoyo psicológico y un traductor". Permanecieron allí algo más de una semana, "y cuando les pedí ayuda porque mi padre estaba con una crisis de ansiedad, me dijeron que ya no", cuenta César.

Luego viajaron una hija de Laura y su marido. Empezaron a repartir carteles. "Al principio la policía nos decía que era contraproducente. Si hubiéramos empezado antes...". Después fue el padre, que estuvo cinco días en la isla. Pegando carteles en las localidades cercanas, ayudado por familiares para llevarlos a todas partes. Pagan cada viaje de su bolsillo, el alquiler de un cuarto, la fotocopiadora para los carteles. "Nos sentimos solos -dice César-. Tuvo que ser un amigo el que nos aconsejara presentar una denuncia aquí. Pero no ha servido para nada".

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