BARRIO DE COVADONGA

Una madre ourensana, juzgada por pegar palizas durante ocho años a su hija

La víctima relató que llegó a arrojarle una estufa encendida a la pierna

Una menor, de 16 años, relató ayer ante la jueza del Penal 1 el calvario vivido en su casa por culpa de su madre, y que se prolongó, según su versión, desde que tenía siete años hasta que en 2013 abandonó el domicilio, en el barrio de Covadonga, e interpuso una denuncia por maltrato físico y psíquico. Relató episodios violentos como cuando le arrojó una estufa que la alcanzó en la pierna, provocándole una quemadura, y uno de índole sexual, cuando la progenitora le introdujo un dedo en la vagina mientras estaban en el salón de casa. La niña solo contaba entonces con 10 años.

Según dijo en el juicio la fiscal, la dinámica violenta siempre era similar: cuando la encausada, Raquel D.F., se enfadaba y discutía con su marido acaba tomando represalias contra su hija menor. Eso sí, cuando el progenitor abandonaba el domicilio. "La tiraba de los pelos, la empujaba contra la pared, la arrojaba al suelo o le daba patadas, creando un peligro para la salud y seguridad del a niña", aseguró la representante del ministerio público.

El propio padre de la joven, quien estuvo casado con la acusada durante 15 años, corroboró los hechos (presenció la escena de la estufa). Y las veces que su exmujer agredía a las niñas en su presencia intercedía para que no lo hiciera, dijo.

La pequeña tardó años en denunciarlo porque temía que si lo hacía público la ingresarían en un centro de menores.

La víctima destacó en el juicio los insultos continuos que padecían tanto ella como su hermana. Los peritos no dudan de la credibilidad de su testimonio, por lo que la fiscal, finalmente, elevó a definitivas su escrito de conclusión.

El ministerio público reclamó una pena de dos años de prisión por maltrato habitual así como el alejamiento de la víctima o su domicilio a menos de 200 metros por espacio de tres años. Asimismo, reclamó una indemnización de 2.500 euros para la joven.

Por su parte, la defensa planteó como tesis principal la prescripción de los hechos. Según dijo en el juicio, los hechos están prescritos porque han transcurrido más de tres años desde que supuestamente se cometieron hasta que se denunciaron. La mejor denunció el 20 de diciembre de 2013 y el letrado aludió a presuntas agresiones ocurridas 2005 o 2006 (el episodio de la estufa y los dedos). También sostiene que la menor nunca aceptó la separación de sus padres y "por eso fabula".

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