Sergio González, que sufre un leve retraso mental, entró en Albarellos pavoneándose del crimen

El fiscal reclama 12 años de cárcel para un acusado de matar a un vecino con unas tijeras

Sergio González, el día que pasó a disposición judicial. (Foto: Archivo)
A punto de cumplirse tres años de la muerte violenta de Gregorio Fernández, vecino octogenario de Albarellos, el fiscal ha concluido la calificación del caso, solicitando 12 años de prisión para Sergio González Fernández por el delito de homicidio de su vecino. Aquella muerte, que sacudió la paz de Monterrei, no fue sino un crimen más o menos anunciado para muchos vecinos, que a posteriori afirmaron que se veía venir el desenlace. El juicio, todavía sin fecha señalada, se resolverá con un jurado popular.
El Ministerio Fiscal solicita para Sergio González Fernández, de 43 años, una pena de 12 de prisión por un delito de homicidio. Acusado de la muerte de su vecino Gregorio Fernández Ramos, de 80 años, ésta se produjo el 25 de septiembre de 2006, en el paraje de As Campanillas, próximo a la localidad de Albarrellos (Monterrei).

En la calificación del fiscal ha pesado como eximente ‘el retraso mental moderado’ que padece Sergio González, que antes de la muerte de su vecino, según él mismo confesó a la Guardia Civil en las horas siguientes a los hechos, había estado ingresado en un centro para enfermos mentales. El alcalde de Monterrei, en su momento, reveló que ‘cada día amenazaba a una persona’, y durante un tiempo entraba en el Concello solicitando ‘entrevistarse con José María Aznar a fin de pedirle un préstamo para levantar una casa’. La limitación de sus capacidades volitivas e intelectuales no lo incapacitan, no obstante, ‘para distinguir entre el bien y el mal’, asegura el fiscal.

La indemnización solicitada alcanza los 100.000 euros, de los que 60.000 deberían ser para la viuda de Gregorio Fernández, y 20.000 para cada una de las dos hijas.

Eran las 16,30 horas del 25 de septiembre de 2006. Ese día, el presunto asesino y su víctima se cruzaron en una pista a las afueras de Albarellos. No eran buenas sus relaciones. Algunos vecinos, en las horas siguientes al homicidio, advertían que ‘se veía venir’ el desenlace funesto.

Azada

Gregorio portaba ese día una azada y unas tijeras de podar, que, según el relato del Ministerio Fiscal, le fueron arrebatadas por Sergio González. Con ellas le causó heridas en la cabeza, tronco, vértebras y extremidades, además de cuello. El seccionamiento de las venas yugulares provocaron una hemorra gia intensa, seguida de una parada cardiorrespiratoria y la posterior muerte. El acusado lo arrastró, cuando aún estaba con vida, hasta una zona de vegetación, tapándolo con piedras y tierra. Aproximadamente a unos 400 o 500 metros del cadáver ocultó el arma homicida.

Algunos vecinos testimoniaron que esa misma tarde Sergio entró en el pueblo pavoneándose de su crimen, y gritando: ‘Xa está morto, mateino dun só golpe’. Un día después, el juez decretó su ingreso preventivo en la prisión de Pereiro de Aguiar.


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