Giro en el crimen de Cortegada: aparece un reloj y ropa de la víctima

Cristina Rodríguez, principal sospechosa de asesinar a su ligue de internet en Cortegada.  ÓSCAR PINAL
photo_camera Cristina Rodríguez, principal sospechosa de asesinar a su ligue de internet en Cortegada. ÓSCAR PINAL
El crimen de Cortegada, que mantiene en prisión desde diciembre de 2021 a una vecina del lugar por supuestamente asesinar a su ligue, añade nuevos capítulos con la aparición de tres bolsas con enseres de la víctima

El caso Cortegada, en el que Cristina Rodríguez figura como investigada por supuestamente matar a su ligue de internet, dio un giro inesperado en los últimos meses.

Ella, la única investigada, ingresó en prisión en diciembre de 2021, por lo que quedó fuera de juego en un nuevo episodio del caso. En diciembre de 2022 apareció una bolsa con enseres personales de la víctima, José María Roldán, en la finca de la vivienda en la que supuestamente se produjo el asesinato.

Este hallazgo se repitió en enero y en febrero de 2023. Tres bolsas diferentes, una cada mes, con restos de ropa quemada y un reloj. Las encontró la expareja de la sospechosa, quien actualmente reside en la casa. 

El hallazgo resulta desconcertante para los implicados en la investigación. Si la principal sospechosa estaba en prisión y la Guardia Civil peinó y repeinó su finca cuando confesó el crimen a la jueza en 2021, ¿quién y por qué colocó pertenencias de la víctima en el terreno?; ¿con qué cometido? y, sobre todo, ¿cómo las adquirió?

 Fuentes cercanas al caso confirman que es imposible que estos nuevos restos se pasasen por alto la inspección ocular. La forma en la que fueron encontradas, a la vista y en diferentes momentos, descartan la intervención de Cristina. 

Este crimen sumó insólitos capítulos desde el principio. El 20 de diciembre de 2021 Cristina acudía -tras sufrir un brote- a la unidad de Psiquiatría del CHUO. Allí afirmó que encontró a un hombre muerto en su vivienda. Solo un día después, la Guardia Civil desenterraba las primeras extremidades de la víctima en su finca y ella confesaba a la jueza que lo había asesinado, meses antes, en agosto de ese mismo año. 

Al parecer, los “amantes” se conocieron a través de una app de citas. Él, de 53 años, era de Castelldefels (Barcelona) y había viajado hasta la aldea de O Rabiño (Cortegada) para pasar unos días con Cristina, de 26. En algunas declaraciones, la ahora encarcelada, afirmó que tras pasar unos días juntos, él se resistía a abandonar la vivienda. Como resultado, supuestamente, ella le habría mezclado droga en un café y lo habría asfixiado con una almohada. No sin levantar sospechas de los vecinos, encendió la chimenea en pleno verano, calcinó el cuerpo -en parte allí y en parte en el jardín- y lo desmembró con una pala. Tras ello, enterró vísceras, cenizas y otros restos biológicos en varias zonas de la localidad, entre ellas la finca de su casa. 

Aquel diciembre, decenas de agentes de la Guardia Civil y un equipo de forenses peinaron la zona, desenterraron e interrogaron a Cristina. No había rastro de las bolsas que aparecieron después. 

Por el momento, no hay un procedimiento específico abierto para conocer el origen de esta pista. Tampoco un nuevo sospechoso. Eso sí, la instrucción del caso sigue abierta casi dos años después. Faltan informes sobre el estado de salud del fallecido -que tenía una discapacidad-.

Fuentes de la investigación defienden la hipótesis de que la implicada recibiese ayuda para la ejecución u ocultamiento de sus planes criminales. 

Intentos de suicidio

Días después de reconstruir el crimen, Cristina ingresó preventivamente en la prisión de Pereiro y, más tarde, la trasladaron a la de A Lama. Allí, en marzo de 2022 cometió dos intentos de suicidio: se bebió la lejía de la que disponían para limpiar las celdas, fue trasladada al hospital y reingresó de nuevo en la cárcel. No fueron los únicos. Realizó al menos otros siete intentos desde entonces. Ingiriendo lejía o las pilas de los mandos de la sala de televisión o utilizando las sábanas de su cama para improvisar una soga con la que ahorcarse fueron algunos de los métodos. Estuvo semanas en una celda de cristal, vigilada 24 horas. 

Ahora, está ya más “relajada”, pero hace unas semanas pasó un grave covid que la mantuvo hospitalizada.

Te puede interesar