Hugo Gómez, neumólogo del CHUO: “Una vez que se desarrolla una EPOC, no hay retorno”

El tabaquismo es una enfermedad que permanece toda la vida por aquellos que la padecen. Así lo afirma Hugo Gómez, neumólogo del CHUO. Esta adicción afecta sobre todo a personas de entre 25 y 34 años y sus probabilidades de muerte superan a los accidentes de tráfico o a las enfermedades infecciosas. No es lo mismo fumar un cigarro al día que una cajetilla, y también importa la genética del consumidor, “pero lo que observamos es que fumar no es inocuo y el tabaco permanece muchísimos años en el cuerpo”, apunta Gómez. “Vemos como nuestros pacientes se sorprenden por padecer consecuencias años después, pero una vez que se desarrolla una EPOC, una inflamación crónica, no hay vuelta atrás. El declive de la capacidad pulmonar se acelera”, añade. El neumólogo señala que además de la sintomatología conocida a corto plazo como la pérdida de rendimiento físico, el mal aliento o lesiones en piel y uñas; a largo plazo también aparecen otro tipo de dificultades respiratorias. Un ejemplo es la infección por EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), la cuarta causa de muerte en España. Lo mismo ocurre con el cáncer de pulmón o las enfermedades cardiovasculares. Los pacientes de covid, si además padecen tabaquismo, se convierten en población vulnerable, “debido a su nefasta influencia sobre las patologías respiratorias”, señala Gómez. Desde el hospital apuntan a la importancia de prevenir: “Es importante que se financie el tratamiento desde la Seguridad Social, que el envasado genérico se tenga en cuenta -las imágenes desagradables que aparecen en las cajetillas- y que se incremente el coste, especialmente para que los adolescentes tengan dificultad de acceso”, enumera el experto. Se puede frenar La pandemia fue la excusa para que muchos tomasen la decisión de dejar de fumar. Es el caso de Andrea Ramos. Llevaba diez años siendo fumadora cuando a su madre le diagnosticaron EPOC. “En mi casa se dejó de fumar, la única opción era salir a la calle a propósito y por una simple cuestión de pereza fui reduciendo las cantidades”, explica. Así, sin apenas esfuerzo, dejó de fumar. “Creo que influyó el bajo consumo que hacía. Ahora que lo eliminé noto una mayor capacidad pulmonar”, afirma. Lucía Estévez siempre quiso dejar de fumar pero “fue en una época de estrés y de mucho estudio cuando lo hice”. Probó quince días y recayó. Sin embargo, ya estaba convencida. Tras limitar el consumo al ocio nocturno, en un año consiguió erradicarlo del todo. “El problema era la cultura del fumador social, fue lo más difícil de todo, en eso la cuarentena lo cambió todo”, explica Estévez.