Los incentivos económicos en el rural ourensano atraen a urbanitas tras el coronavirus

Madrid, Barcelona, Rusia o Venezuela son los lugares de procedencia de muchos urbanitas que deciden dejar la ciudad para asentarse en el rural. Este auge, tras la pandemia, se debe a las facilidades económicas que ofrecen los Concellos ourensanos. Ejemplo de ello es Vilariño de Conso, que destaca por acoger en el último año a casi una veintena de personas procedentes de la urbe en busca de una vida más tranquila. Según explica Melissa Macía, alcaldesa de la localidad, la campaña de difusión turística que partió del conocido “bambán” (columpio) dio a conocer Vilariño. Macía afirma que las facilidades que otorgan, o la gratuidad de algunos servicios, contribuyen a fijar población. En estos momentos tratan de rehabilitar nuevas viviendas sociales. Este servicio también es un incentivo en Cualedro con las “vivendas dos mestres”. Planean para 2022 “máis vivendas, xa contamos cun novo edificio”, explica el regidor Luciano Rivero. Similar a ello es el caso de Oímbra, donde su alcaldesa Ana Villarino apuesta por el programa “Vive Oímbra” para alquiler o compra de casas, además de “ofrecer un abanico de servizos para que vivir aquí sexa unha excelente opción”, apunta. Por su parte, Francisco Magide, alcalde en funciones de Parada de Sil, cree que una de las razones de peso “es el hecho de que se hayan creado expectativas de empleo en bodegas y turismo”. Esto se une a las mayores facilidades de acceso a internet y el teletrabajo. Y un tercer factor son “los descuentos a empresas en determinados servicios municipales y tasas para paliar los efectos del covid”, concluye. El "boom” de Vilariño de Conso “Es una zona repleta de oportunidades para gente emprendedora, con potencial” Sara Córdoba y Carlos Pérez llegaron a Vilariño por una avería en su furgoneta y llevan más de un año viviendo en la aldea de Conso, en la que actualmente están rehabilitando una casa. El caso de Paula Jarque y Emilio Tucci, naturales de Madrid e Italia, es bien diferente. Su intención era emprender en el rural a través de una explotación regenerativa y encontraron en Vilariño de Conso, después de barajar varias opciones, el lugar ideal para llevar a cabo su proyecto. Joan Luis Broto y su pareja, Laura Martín, acabaron también en el municipio con sus dos hijos. Llevaban mucho tiempo con la idea de cambiar de vida y tras el confinamiento decidieron dar el paso. Tras recorrer una gran cantidad de pueblos, un artículo en prensa los llevó hasta Vilariño y la belleza del entorno junto a la “sensación de voluntad” de los vecinos les hizo quedarse en el municipio, donde también están restaurando una casa. ”Seguimos trabajando en nuestro hogar con la idea de que hemos acertado”, apunta Joan, que asegura que sus hijos “son muy felices en la Galicia profunda”. Para esta pareja, Vilariño “es una zona que está repleta de oportunidades para gente emprendedora, tiene mucho potencial”. Ítalo Barassi (O Pereiro): “Lo tenemos claro, de aquí no nos movemos, nuestro hijo es muy feliz” Ítalo Barassi Iglesias y María José Fernández Rodríguez llegaron a O Pereiro, en A Mezquita, desde Santiago de Chile el pasado mes de mayo acompañados de Lorenzo, su hijo de tan solo siete años. Ambos nacieron en Chile pero la familia paterna de María José procedía de esta pequeña aldea ourensana y la materna de Ítalo de Vigo. Decidieron trasladarse a Galicia en busca de una vida más tranquila ya que, según afirman, estaban “cansados de la ciudad, de ir corriendo a todas partes”. Tras medio año de estancia en O Pereiro, están buscando diferentes oportunidades que les permitan asentarse definitivamente aquí, y es que explican que “lo tenemos claro, de aquí no nos movemos. Nuestro hijo está feliz en A Mezquita”. Elena Shumaeva (Parada de Sil): “Sobre todo me gusta la naturaleza y la tranquilidad de Parada de Sil” Desde Rusia y por amor llegó el pasado verano Elena Shumaeva al concello de Parada de Sil, tras entablar relación por internet con Avelino Carballo -natural de la localidad- , que finalmente remataba en boda hace escasas semanas . “Sobre todo me gusta la naturaleza y la tranquilidad de Parada de Sil”, subraya esta mujer de 45 años, que era multidisciplinar en su tierra de origen (pastelera, monitora de pilates y artesana de pintura sobre prendas de seda) y ha empezado a retomar alguna de sus actividades en Parada. “Elaboro unas galletas típicas de mi tierra, que en Rusia se denominan pryanik, pero que aquí les puse el nombre de galleta blanda rusa y que vendo por pedido”, explica Shumaeva. De Sevilla a Verín, a tope con el reciclaje Luis Arbolí, de Sevilla, es topógrafo, pero acabó en Verín emprendiendo con “La Alacena”, junto a Mónica Rivero, de Cádiz. El proyecto busca concienciar a sus clientes sobre el reciclaje. “La Alacena” -esa despensa de toda la vida de las casas- vende productos a granel. “Intento reducir al máximo el plástico en la tienda y animo a mis clientes a que traigan sus envases de casa para reutilizar. Yo quería hacer algo que además de que me reportara un beneficio económico, fuera una manera de colaborar con el medioambiente”. Ya adaptado al rural -“aquí sois más introvertidos”-, sus planes son “continuar en Verín”. Alexis Verde (Bande): “Tras conocer Galicia, no me muevo” Alexis Verde dejó su Lima (Perú) natal hace dos décadas para buscar un futuro mejor. Este técnico en informática, cocinero y electricista, ha peregrinado por varias ciudades españolas antes de asentarse en Recarei (Bande). “Mi mujer, Rocío, también es peruana, pero nos conocimos en Galicia, nos casamos en Nigrán y nuestros hijos nacieron acá. Después de conocer Galicia… ¡quién se iba a mover de aquí”. “Habíamos vendido una propiedad en Perú y decidimos comprar una casa a las afueras. Estuvimos mirando y mirando y... acabamos en Bande. Mis hijos están encantados, no se quieren ir y yo, tampoco. Aquí eres libre, tienes unas vistas espectaculares”. De Gandía a una pequeña aldea trivesa A sus 49 años Sylvia Castro da un giro a su vida comenzando una nueva en Trives. Se trasladó al pueblo por una operación de su padre, y en la demora de esta, la calidad de vida hizo que apostara por cambiar Gandía por la aldea de Penapetada, en Trives. “Mi propósito es abrir un negocio que ofrezca un servicio que no existe aquí. Lo más parecido lo tenemos a una hora de Trives”. En su día a día ha conseguido eliminar la tensión emocional del estrés de la ciudad, valorando su vida en el rural con una “inmensa panorámica de vegetación, menos industrias y mejor calidad en la alimentación”. Erik Bonpar (Verín): “La tranquilidad del rural es un lujo” Erik Bonpar y Vanesa Terranova regentan “Mi Rinconcito”, un restaurante a las afueras de Verín. Ambos venezolanos se asentaron en el sur ourensano hace cuatro años. “La tranquilidad del rural es un lujo, ganamos en calidad de vida”. Bonpar comenzó a trabajar en el local como empleado y en 2020 lo alquiló. Tras meses duros por la pandemia y los comienzos de un negocio, “Mi Rinconcito” ya disfruta de sus clientes. Erik y Vanesa preparan comida típica de Venezuela: “Estamos preparando el plato típico de Navidad”. ¿Y en el futuro? “Nuestra idea es quedarnos, ya compramos aquí, hemos encontrado nuestro sitio”. Elba Rodríguez, Valdeorras: “¡Que se animen a vivir en los pueblos!” Elba Rodríguez nació en A Coruña. Su pareja, Pedro, en Casaio (Carballeda de Valdeorras). Tras la vida en la ciudad, decidió mudarse junto a él a la montaña valdeorresa hace dos años. Construyen un albergue clavado en las faldas de Pena Trevinca. La idea era, por una parte, “darle vida al pueblo, a los niños y a la gente mayor”. Y por otra, enseñarle a los visitantes el patrimonio de Casaio, como las minas de wolfram o las pinturas rupestres. “Cambiar la forma de vida ya es un reto, pero prefiero vivir en el rural e ir dos días a la ciudad. ¡Que la gente se anime a vivir en los pueblos! Están llenos de muchas cosas”. Ana Álvarez y Louis Tamblyn (Trasmiras): “Quiero tener hijos en el rural” Después de estudiar Magisterio en Santiago, vivir en Ourense y trabajar como “Au pair” en Irlanda, Ana Álvarez, de 32 años, decidió que su proyecto de vida pasaría por el rural: “Siempre tuve en mente reformar la casa del pueblo -en Escornabois (Trasmiras)-. Cuando regresé tenía algo ahorrado y decidí hacerlo. Viví en ciudades y también en el rural, pero creo que me aporta más el pueblo”. Junto a su pareja -Louis, inglés, que trabaja como profesor en Xinzo- cultiva su propio huerto. Es profesora en Ourense: “Prefiero conducir todos los días 40 minutos. Quiero tener hijos y creo que en el rural estarán mejor”.