“No se trata de prohibir, pero hay que controlar el botellón"

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photo_camera José María Faílde.

¿Por qué hacen botellón nuestros jóvenes?

Sucede con todos los comportamientos nocivos, se conocen los riesgos y se hace igual. No solo es cuestión de que los jóvenes no tenga información, sino que prima la diversión y que es una forma económica de pasar el tiempo.

¿Qué se está haciendo mal?

No se está haciendo prácticamente nada, al menos desde el punto de vista educativo. Entre las medidas para disuadir el consumo, se está muy alejado de lo que se debería hacer. Hace falta una visión multidisciplinar que englobe a todos. El botellón es un reflejo de un problema al que no estamos mirando de cara.

¿Cómo pueden afectar a los vecinos estas aglomeraciones?

El ruido genera mucho estrés cuando no lo puedes controlar, como les puede suceder a los que viven en el entorno de zonas de botellón.

¿Hay que prohibirlo?

Prohibir nunca es la mejor solución; hay que buscar alternativas. Algunas ciudades han optado por botellódromos. No sé si es o no lo más adecuado, pero está claro que hay que controlar el botellón, sobre todo la participación de menores.  Lo que no puede ser es que al acabar quede como si hubiese habido una guerra. 

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