Reportaje

Jóvenes y voluntarios en Ourense: "Nunca falta un gracias”

Alberto Fernández y María Márquez colaboran en las tareas del comedor social de Cáritas (MIGUEL ÁNGEL).
photo_camera Alberto Fernández y María Márquez colaboran en las tareas del comedor social de Cáritas (MIGUEL ÁNGEL).
El verano es difícil en el comedor de Cáritas, por lo que buscan refuerzos 

El verano ya ha llegado y Cáritas necesita reforzarse para atender a las personas que más lo necesitan. El comedor social no frena su actividad y es el que más manos necesita a lo largo de estos meses, porque las personas que necesitan algo tan básico como un plato de comida no diferencian entre julio o marzo. Captar a los  más jóvenes que se encuentran de vacaciones es el objetivo que desean conseguir.

María Márquez y Alberto Fernández son dos de esas personas que ya colaboran en el comedor social de Cáritas y que ven desde dentro la realidad que atraviesan muchas personas en esta crisis socioeconómica derivada de la pandemia. “Aquí ves lo mal que los está pasando mucha gente y nunca falta quien te da un gracias por lo que están haciendo”, reconoce Fernández. 

Este joven ourensano de 20 años comenzó su voluntariado hace menos de un año, impulsado por su padre que se anotó al inicio de la pandemia. “Nunca antes hice nadie relacionado con el voluntariado, pero me animó a venir porque hay mucho que hacer”, señala. No vivió los peores momentos de la crisis sanitaria, que durante el confinamiento llevó a más de 600 personas a acudir en un solo día al comedor, pero Márquez sí vio todo lo que supuso el inicio del confinamiento para las personas más vulnerables: “El cambio fue brutal y había un gran volumen de gente. Nos adaptamos a los nuevos protocolos y contamos con mucha ayuda para atenderlos a todos”, recuerda. 

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Alberto Fernández

Esta joven de 18 años lleva dos colaborando con el comedor, aunque antes ya había participado en campamentos de voluntariado. “Mi familia siempre me ha enseñado a ayudar a los demás y es algo que me encanta”, reconoce. Y así lo hace cuando los estudios se lo permiten, disfrutando del “ambiente bueno y familiar” que se encuentra cada vez que acude al comedor.

Ambos ceden parte de su tiempo para los que más lo necesitan y son ejemplo de una juventud comprometida con la sociedad. El comedor social, pese al tiempo que ha transcurrido en pandemia, mantiene las raciones diarias por encima de las 300. Los turnos se doblan para evitar aglomeraciones y la entrega de tápers comienza antes. Todo esto implica que los horarios se ampliaron y el trabajo crece. 

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María Márquez

Flexibilidad horaria

Aunque solo se pueda disponer de una hora para colaborar en el comedor, para Cáritas ya es un mundo. Todo lo que se aporte es bien recibido y, tanto Fernández como Márquez, se las arreglan para disponer de tiempo, él con el trabajo y ella con las clases: “Durante el curso venía sábados y domingos, ahora ya vengo más seguido”, asegura. Los dos recomiendan la experiencia a otros jóvenes que estén interesados en colaborar porque “aquí aportas más que quedándote en casa”.

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