Crónica

Noche de despiporre etílico con traca final en el botellón de Ourense

Uno de los participantes en el botellón, subido a un árbol.
photo_camera Uno de los participantes en el botellón, subido a un árbol.
Gente subida a los árboles, música con perreo y hasta un petardazo como regalo al vecindario. El botellón de este fin de semana llegó a límites que los más viejos del lugar no recordaban. 

Lo de la noche del sábado fue de traca. Y nunca mejor dicho. Los nostálgicos treintañeros que se atrevían a incurrirse en esa explosión etílica  lo dejaban claro: “Esto hace años no estaba tan petado”. Quince años atrás, cuando esta plaza fue durante unos años epicentro de los encuentros de medianoche entre los que ahora bordean la treintena, el despiporre era menor. Las escenas de este fin de semanas fueron delirantes. Gente subiendo a los árboles, altavoces variados en todas las esquinas de la plaza con ambientes musicales varios, perreo en grupo, meadas en los garajes aledaños, bañistas espontáneos y, a modo de traca final, un petardazo que causó un estruendo poco después de las dos y media de la madrugada y que se oyó en varias calles a la redonda. 

“Los vecinos tienen que flipar”, comentaban unos jóvenes que apuraban ya la segunda de ron. “Esto para la prensa”, bromeaba un chaval, mientras inmortalizaba en su iPhone de última generación el despendole patrio. Como si fuera un teatro, y quizás como muestra de la necesidad de espectáculos en la ciudad, la parte superior de la plaza ejercía a modo de anfiteatro en el que se acumulaban varios grupos, algunos bien entrados en años, que no perdían ojo. Entre ellos, también los policías locales, que cercaban el perímetro  como quien vigila el patio en el recreo. Si alguno quería unirse, no tenía problema. El suministro de alcohol nunca es problema si se sabe a qué puerta llamar.  

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