Ana Virginia Veloso, Pedro Nuno Abreu y la pequeña Nadia han reorganizado sus rutinas desde el pasado viernes, con su balcón como espacio para airearse un poco del encierro.
Ana Virginia Veloso Pérez trabajaba hasta el pasado viernes en el sector de hostelería en Ourense, una tarea que la obligaba a un encuentro constante con otras personas, ahora comparte las 24 horas del día con su hija de 10 años y su pareja, Pedro Nuno Abreu -trabajador del sector de pavimentos y pinturas- en su piso situado a pie de carretera nacional, en la glorieta de O Couto. A falta del frenesí habitual en todo trabajo hostelero, su vida se reduce ahora a bajar "unos minutos a coger el pan, que además tenemos la tienda justo debajo, y salir al balcón".
“Ahora hacemos un poco de todo, compartimos juegos de mesa, vemos un poco la tele, hacemos algo de ejercicio… en este mismo momento estamos compartiendo una partida de parchís en el balcón”. ¿Los juegos electrónicos? “Se los tengo tasados a la niña. Aunque le dejo un poquito que hable por mi móvil con las compañeras, es solo lo justo”. Añade que “tiene una serie de rutinas diarias: levantarse a la mañana, hacer su habitación, estudiar...”.
Reconoce que con la acumulación de días encerrados, “se nota, sobre todo lo de no poder hablar con otras personas. Quién me lo iba a decir a mí hace unos días; nunca pensé que pudiera echar de menos el trabajo”.
Tanto ella como su marido eran personas acostumbradas a disfrutar de la naturaleza y el deporte: “Mi pareja juega al fútbol, la niña entrenaba en balonmano y yo me daba mi paseo diario, cuando tenía tiempo”.
