Aspira a restaurar el edificio noble con la capilla y convertir el entorno en un foco turístico y cultural

Un plan pretende convertir el Santo Angel en un gran recinto museístico abierto a la ciudad

Detalle del jardín interior del recinto. (Foto: Miguel Ángel)
Un gran complejo cultural, que abra a la ciudad el conjunto del Santo Angel y su entorno, con toda la colección de arte de Angelita Varela; y que, además, rescate la figura del arquitecto Vázquez Gulías. Es el objetivo de un proyecto apadrinado desde el Concello, que ya abordó con los propietarios una posible intervención, aún por concretar.
Un proyecto impulsado desde el Concello de Ourense pretende rescatar del olvido y el tiempo el valioso complejo del Santo Angel, en el barrio de O Couto, y abrirlo a la ciudad, al tiempo que poner en valor la figura del arquitecto ourensano Daniel Vázquez Gulías y el legado artístico de la benefactora que le encargó el colegio y la capilla de la calle Ervedelo, Angelita Varela, marquesa de la Atalaya Bermeja.

El plan está sólo en sus inicios, es de largo recorrido y requiere el diálogo y la negociación de múltiples partes implicadas, especialmente la propia administración municipal, el Patronato ‘Santo Angel’ que rige la Fundación Santamarina-Temes -depositaria de la propiedad- y las religiosas calasancias que gestionan el colegio concertado.

La organización de las conferencias sobre Vázquez Gulías y Angelita Varela que acaban de finalizar, desarrolladas por las fundaciones Vicente Risco y Santamarina-Temes no es precisamente casual, como tampoco la cena de clausura de las charlas, el jueves, que permitió avanzar en el planteamiento porque estaban presentes todas las partes implicadas, incluido un representante del PP.

En realidad, se trata de destinar todo ese conjunto a un gran recinto museístico donde tendrán cabida el legado de los creadores del Santo Angel e incluso un centro de arte contemporáneo anexo, aunque ello obligaría a prescindir del colegio. Es este, precisamente, uno de los obstáculos, por lo que se ha estudiado ya la posibilidad de ofrecer a las religiosas un terreno cercano a la ubicación actual, cuando se desarrolle urbanísticamente -por eso esta iniciativa es tan a medio o largo plazo- el proyecto del Novo Milenio o el similar Auria Verde.

El presidente del Patronato, David de León, sí ha confirmado la intención de recuperar el edificio y capilla del Santo Angel, previsiblemente con cargo a una escuela-taller, para la que aún hay que buscar financiación, con objeto de ‘abrirlo a la ciudad’. Al fin y al cabo, a Angelita Varela, ‘que fue tan generosa, le encantaría que todos los ourensanos vieran su legado’. Otra cosa es el traslado del colegio que, de realizarse, dice, debería ser para ubicarse en el mismo entorno de O Couto, aunque es este un asunto delicado que requiere, reconoce, mucho diálogo. No hay que olvidar, recuerda, que la Fundación Santamarina-Temes tiene un objetivo puramente social, porque así lo estableció su fundadora, y éste pasa por educar y escolarizar a niñas sin recursos, lo que hacen en este momento las calasancias.

El proyecto perfecto para salvar el legado de Vázquez-Gulías

El traslado del colegio, el asunto más delicado de esta negociación que acaba de comenzar, obligaría, no sólo a buscar una ubicación próxima -llegado el momento en que la Fundación aceptase esa posibilidad- sino también a ofrecer a las religiosas un nuevo centro, adaptado a todas las exigencias de la legislación en educación, y, naturalmente, construido. Por eso también, la iniciativa extenderá su planificación a futuras corporaciones locales.

Pero lo que sí es un hecho irrenunciable para el Concello es la puesta en valor de la obra del arquitecto Daniel Vázquez-Gu lías Martínez (Beariz, 1869-A Coruña, 1937), autor de emblemáticos edificios civiles y reliogosos en la ciudad, como es el caso del antiguo Hotel Barcelona, inmuebles en las céntricas calles del Paseo o Progreso, o el colegio María Goretti, que el Concello acaba de adquirir para ser convertido en un centro municipal de formación. Considerado un arquitecto ecléctico, su obra se identifica por conjugar la sobriedad con elementos modernistas como los detalles de lotos o tulipanes; colaborador suyo fue precisamente el fundidor Malingre, asentado también en la calle Ervedelo.



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