'Las prostitutas no son delincuentes'

LR.- Débora Iglesias Rey, cubana de nacimiento llegó a España hace 13 años. Una pareja de ancianos ourensanos la apoyaron para tramitar su ciudadanía. Hoy en día, es la cocinera de un club para adultos donde convive con mujeres inmigrantes.

Ciudadana española, aunque cubana por nacimiento, Débora Iglesias Rey es la cocinera de un conocido club nocturno ourensano desde hace un año, ubicado en la carretera nacional 541.

Conoce a la perfección la difícil subsistencia de las mujeres emigrantes que ejercen la prostitución en territorio gallego, y las insuficiencias en la calidad de vida y sanitarias con las que se encuentran cada día.

En el club trabajan alrededor de 25 mujeres, en su mayoría emigrantes brasileñas, y 15 empleados administrativos; un total de 40 personas, a las cuales, Débora debe preparar comida y cena diariamente.

Bien dicen que a la mano que da de comer se le puede coger confianza, y así parece pues que las chicas que trabajan en el club la tienen con Débora, ya que además de saciarles su apetito, ella les otorga la confianza y la amistad que las personas en un país nuevo necesitan.

Débora afirma que la mayoría de estas mujeres la tratan 'como a una madre, de hecho me dicen mami, sé que les inspiro confianza y me piden consejos de todo tipo, me preguntan sobre los hombres gallegos y sobre el ambiente y la forma de vida de España'.

Afirma que 'los platillos que cocina para las chicas y los empleados, nada tienen que ver con la típica cocina española', pues sus ingredientes se basan en las costumbres culinarias de Brasil, para así satisfacer los gustos de la mayoría, tal como arroz, salchichas, frijoles negros, lasaña y huevos.

Durante la entrevista, concedida en un café, Débora advierte que 'es indignante el trato de las autoridades hacia los y las emigrantes, sean prostitutas o no, pues no puede ser posible que las mujeres tengan que estar huyendo todo el tiempo, y que anden por la calle con miedo por que pueden ser deportadas' Además, la cocinera propone legalizar la prostitución, pues 'se generarán mayores impuestos', y se podrá ver a estas mujeres como unos seres humanos y no como delincuentes.' La prostitución es el oficio más viejo del mundo, es por eso que merecen sus papeles legalizados e ingreso a los servicios sanitarios, quizás sea necesario crear una asociación para apoyarlas'.

Según sus cálculos, las chicas tienen un ingreso mensual de casi mil euros, y con ese dinero mantienen a sus familias en su país de origen.

Desde que trabaja en el club se ha dado cuenta de que 'ese ambiente te pasa factura, he perdido amistades por trabajar ahí, y hay veces que la gente no se quiere ni sentar a tomar un café conmigo'.

Su historia

La historia de vida de Débora es digna de ser conocida, no sólo por la labor que desarrolla hoy en día, sino por todos los conflictos que ha tenido que solucionar en su estadía en España.

Débora Iglesias Rey nació el 21 de diciembre de 1959 en La Habana, Cuba, donde vivió hasta los 34 años, al ser nieta de abuelos gallegos; visitó España de vacaciones en 1994 invitada por una tía ourensana, fecha en la que le ofrecieron trabajo cuidando a una pareja de ancianos en la aldea ourensana de de Cardelle, en el Ayuntamiento de Boborás.

Gracias a esta pareja de personas mayores fue como Débora pudo obtener la ciudadanía española, ya que ellos la apoyaron en el papeleo y en los trámites necesarios.

Tras haberse establecido laboralmente, su esposo cubano, de nombre Jorge, viajó junto a ella, desde Cuba, para continuar su matrimonio en España.

'A pesar de tener una vida estable en compañía de mi esposo, me faltaba motivación, y extrañaba mi tierra de origen, creo que por eso me dio por comer a todas horas, de hecho llegué a pesar 192 kilos, cuando realmente me di cuenta de lo grave de mi situación fue cuando ya no me podía ni mover de la silla, dormí sentada y usaba palos para alcanzarme las cosas'.

Hace siete años, su esposo murió en un accidente de tráfico en la carretera ourensana de Feas-Cardelle, suceso que la marcó sobremanera, pues él se encarga de cuidarla, ya que forzosamente necesitaba ayuda debido a su excesivo estado de obesidad.

'Mi esposo era uno de mis grandes apoyos, y aunque he rehecho mi vida con otra pareja, lo sigo extrañando, siempre lo mantendré como uno de mis mejores recuerdos, era un gran hombre', recuerda.

Tras haber estado más de un año en lista de espera, Débora fue ingresada al Hospital Juan Canalejo de A Coruña, para someterse a una operación de reducción de estómago, que la dejó en un peso ideal de 79 kilos, 'aunque hoy en día he subido hasta los 108 kilogramos y debo admitir que mi problema fue por mis malos hábitos alimenticios'.

Hace un año Débora regresó por primera vez a Cuba, donde vivió una de las experiencias 'más feas que recuerdo: observé como mi gente se moría de hambre, yo fui con 720 euros y regresé con 5 euros en el bolsillo, preferí dárselos a mi familia de allá que son quienes realmente lo necesitan, que gastármelos en unos cuantos cafés aquí.' 'La vida del emigrante es muy dura y lo viví en carne propia, debes pagar un precio muy alto, yo quiero mucho a España pero me indigna que no se le dé una buena oportunidad a las personas que buscan nuevos horizontes en este país, además debemos recordar que Galicia es un tierra de emigrantes', concluye.

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