La punta del iceberg de un negocio que olvida Ourense

Una vecina de Niñodaguia (Baltar), con los eólicos al fondo. Xesús Fariñas
photo_camera Una vecina de Niñodaguia (Baltar), con los eólicos al fondo. Xesús Fariñas
La explotación energética de los recursos de la provincia dejó cadáveres ambientales a su paso y solo la contestación popular impide que empresas foráneas sigan con su barra libre particular. 

"Estamos fartos deste incesante ruído”. Mariluz nos muestra desde su casa de Niñodaguia, un pequeño núcleo del municipio de Baltar, los eólicos que se ven el horizonte, que contempla desde su terraza. A decenas de metros, circulan los cables que evacuan la energía producida. Su vibración se mete en el día a día de esta vecina. “Nós non vivimos no rural para ter que escoitar un son tan artificial”, lamenta. Y es que el sonido de los cables se dejan notar, y mucho. Igual que en toda la Ribeira Sacra, donde la proliferación de centrales hidroeléctricas ha sembrado de cableado y torres eléctricas un entorno milenario. Este paraje llamó la atención incluso de los expertos de la Unesco que evaluaron la posibilidad de convertir la Ribeira Sacra en Patrimono Mundial, y que lo desecharon subrayando el “impacto social” tanto de embalses e instalaciones eólicas. “Han colocado la producción de energía en el corazón de un territorio sagrado”, clamaban estos expertos venidos de todos los rincones del planeta. 

Esto se hace no solo a costa del paisaje, sino sin dejar apenas compensación económica en los territorios. Por el camino, han dejado regueros de agravios, como el vaciado de los embalses -impune seis meses después- o la explotación de espacios verdes considerados Rede Natura, como el Macizo Central, convertidos en autopistas eléctricas, con un alto impacto en el paisaje. “Ourense lidera a producción de enerxía hidroeléctrica. E esa enerxía hai que evacuala. E proliferan os parques eólicos, e tes que evacuar a enerxía producida. E que conleva isto? Que aquí cadaquen fixo a liña como lle petou”, lamenta el ambientalista Xosé Santos. 

Países como Francia legislan sobre estas líneas de alta tensión, con un plan concreto con “autopistas eléctricas nacionales y locales” y nadie puede hacer lo que quiera. “Aquí cada empresa que chega, di que saca por aquí. Iberdrola ten dous dos seus mellores parques eólicos a nivel mundial nos Canóns do Sil. E a liña de evacuación eléctrica, en vez de tela sacado por Luíntra, metérona polo medio e medio da mellor carballeira e o mellor ecosistema de montaña que enlaza o fondo da Ribeira Sacra coa súa parte máis alta, na zona do Rodicio. No momento non fixeron nin caso das alegacións. Hai deixadez para esixirlle ás eléctricas que fagan as cousas con xeito”, añade Santos. Y advierte de que Ourense tiene ahora mismo la mayor concentración de instalaciones eólicas en rampa de salida de toda la península, lo cual podría multiplicar todavía más ese tendido eléctrico por los montes de la provincia. “E mentres, o sorprendente é que en Madrid non hai nin un só parque eólico, nin o primeiro. Non hai vento en Madrid?”. 

Aldraxes del pasado

En el pasado, no solo se ha atravesado impunemente y sin ordenación zonas como la Ribeira Sacra o el Macizo Central, sino que, otras, como la línea eléctrica que comunica Lindoso, en la Baixa Limia, con Mesón do Vento, en A Coruña, atravesó todos los montes de los castros de Toén, San Cibrao y Barbadás, con un impacto muy superior al que si se hubiera hecho un estudio medioambiental complejo. Sin embargo, como en muchos otros casos, se optó por la táctica de la línea recta. 

Un tendido eléctrico en perfecta línea recta que es solo la punta del iceberg de un negocio millonario que nada aporta a la provincia de Ourense. Una provincia con 51 embalses de aprovechamiento hidroeléctrico, con más del 10% de la potencia hidroeléctrica de España, con más proyectos eólicos en espera y con decenas de cables tendidos cada año sin una clara ordenación y bajo el ordeno y mando de empresas que tributan fuera de los límites provinciales y que dejan migajas (impuestos como el IAE o el IBI) en los concellos donde instalan sus centrales. Todo ello con concesiones que en muchos casos datan del franquismo y que en algunas ocasiones han recibido prórrogas arbitrarias.

Quizás, el levantamiento de A Limia tenga efectos y el territorio empiece a pedir que se acabe esa política de barra libre. Ellos lo dejan claro: “O tendido sería un retroceso para a recuperación turística e non a podemos hipotecar”, decía Marta Cuquejo, de la comunidad de montes de Baltar. Iberdrola tomó nota. O eso dijeron. 

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