"Que nadie le diga a nadie que no puede"

"Nos encanta Ourense. Hemos recorrido muchas veces tanto la Vía da Plata como el Camiño do Inverno”, explica Javier Pitillas, impulsor de la iniciativa Discamino. Ayer arrancaron a las ocho menos cuarto de la mañana desde San Cibrao para continuar su ruta de 2.800 kilómetros, que enlaza diversos itinerarios del Camino de Santiago por todo el territorio nacional. Se enfrentarán a este recorrido en su totalidad los copilotos Iván Bragado, exfutbolista de Benavente que sufrió un tumor cerebral, y el ferrolano Chema Díaz. En cuanto a los pilotos, no perdonarán un kilómetro ni Javier Pitillas ni Miriam, de Castellón. En realidad son muchos más, y se irán alternando a lo largo del trayecto: participan 21 pilotos (en bicicleta) y 21 personas con discapacidad. Algunas de ellas empelan un “handbike” (para quienes no pueden pedalear), y otras un “copilot” (para quien sí pedalea, pero no puede dirigir la bicicleta). Les acompañan conductores itinerantes que transportan el material, preparan la comida y actúan en caso de una incidencia, como anteayer, cuando reventó la cámara de uno de los vehículos a la altura de Ribadavia. Ante la pregunta de si esta experiencia cambia la vida, Pitillas es claro: “Lo dicen ellos y también sus familias”. Y recuerda que su mayor enemigo, el riesgo de exclusión, es “enorme”. Esta es la historia de una de las participantes en el viaje: “Un día, trabajando en la fábrica, una tonelada de hielo cayó sobre su espalda. Pensó que moría, no podía respirar”. Debido a este incidente, se quedó en silla de ruedas. “Y pasaba el día viendo la televisión. Ahora entrena cinco días a la semana”, compara Pitillas. “Porque el deporte no solo te da salud, también fomenta lo social, tener ilusiones y compartirlas”, añade. Ahora quiere alistar en sus filas a todas las personas que “al sufrir una discapacidad, piensan que su vida ha terminado. Por favor, que nadie le diga a nadie que no puede”. En primer plano, Suso Valverde con su “handbike” (MIGUEL ÁNGEL). A pesar de todos los reconocimientos conseguidos, y logros como el recibimiento en la Casa Real, Pitillas tiene muy claro que “mientras a alguien le queden objetivos por cumplir, es como si no hubiéramos hecho nada. Y cada día conocemos a una persona nueva”. El último caso, el de una madre de Chapela cuya hija sufre un problema psicomotor. Para el próximo año, volverán a redoblar la apuesta, realizando el Camino más extenso que existe: desde Noruega hasta Compostela. Para asumir estos retos con garantías, un grupo de 110 personas entrena en Vigo varias veces a la semana. Discamino nació con Gerardo, cuando el vigués, sordo, ciego y con una lesión cerebral, consiguió la Compostelana. Realiza el Camino al menos dos veces al año, y de hecho se encontraba con el grupo en este primer tramo que les llevó por la provincia. “Padece envejecimiento prematuro, por lo que sus 43 años equivalen a 70. Hace cinco años, habría completado la mitad del recorrido”, recuerda Pitillas, valorando el esfuerzo y actitud de su amigo. Gerardo también motivó un singular “Camino” en 2013, cuando trazó un mapa de personas importantes en su vida, que fueron visitando una por una. Suso Valverde, conductor de “handbike”, fue otro de los participantes en la etapa ourensana. En su caso, completará buena parte del trazado, de Vigo a Mérida. Para él, la mayor dificultad de esta parte del trayecto fue el contraste térmico. “Ao saír cedo desde San Cibrao, estábamos a sete grados, e despois superas os 30”, lamenta. Pero este hándicap se queda en nada en comparación con “a xente animando, aplaudindo”. Lo que más disfrutó, la bajada desde el Alto de Estivadas hacia Verín: “Foi de vértigo”. La jornada de ayer consistió en 69 kilómetros.