GASTRONOMÍA

La ruta del tapeo más deliciosa de Ourense

photo_camera La calle Lepanto, una de las calles con bares de pinchos en la ciudad.

La Praza del Hierro es el centro neurálgico de la zona de Vinos de Ourense

La gastronomía es una de las grandes cualidades de las que Ourense puede presumir y qué mejor manera de conocerla que a través de sus tapas por la zona de los vinos. Llega el verano y los ourensanos salen a las disfrutan de las temperaturas estivales con una bebida refrescante y degustando la gastronomía local.

Sabrosos bocados de oreja, morunos, setas, solomillo, patatas, jamón, pulpo; rincones emblemáticos como la plaza del Hierro, calle San Miguel, plaza de Eirociño dos Cabaleiros, calle de la Unión, de Fornos, Viriato configuran una ruta que no puedes dejar de recorrer cuando visites Ourense.

El punto de partida para este recorrido gastronómico ha de ser la Praza do Ferro, germen del centro histórico de la ciudad. Aquí está, por ejemplo, uno de los buques insignia de la zona, el bar Orellas, templo del cerdo, tanto en la mesa como en la iconografía que decora sus paredes; son muchos los años que lleva sirviendo a sus clientes el pincho que le da nombre y fama: la oreja del cerdo, bien cocida y servida con pimentón y aceite, y el rabo, el lacón o la cachucha prensada, también suculentos.

Del otro lado de la fuente y a la sombra de viejos soportales, está la Taberna do Meigallo donde, sentados en sus largas mesas, podemos disfrutar de unas excelentes y cumplidas raciones de cocina casera.

Bajo los mismos soportales, está el Duque, un local moderno del que podemos recomendar sus tostas (solomillo con brie, imprescindible), el pastel de cabracho o la brocheta marina, así como una buena variedad de ensaladas.

Si bajamos de la plaza del Hierro por San Miguel, descubriremos en primero lugar el Pingallo, en el que degustar especialidades como las setas con jamón, el pulpo o los callos.

Continuando el descenso, Casa Toñita ofrece, entre otros pinchos, chocos con arroz, tostas variadas y también huevos rotos.

Del otro lado de la calle está Casa de María Andrea. Aquí es preciso catar su pincho María Andrea, que consiste en solomillo con pantumaca, y destacan también el pulpo a la plancha o la carne richada.

En el Eirociño dos Cabaleiros, una pequeña plaza un poco alejada del barullo central de los vinos disponen sus mesas el Mesón do Queixo, otro histórico que ofrece desde hace muchos años su cocina suculenta y tradicional.
De vuelta en la plaza del Hierro entraremos en la calle Lepanto. Aquí casi cada puerta es un bar, tenga pinchos o no es difícil decidir entre un y otro.

El Trangallán es un clásico de nuestros estómagos y de nuestro Entroido, elaborando gustosas empanadillas de zorza, bonito, berberechos o pollo, y montaditos de lomo, bacón y queso. Y, a tan sólo tres pasos, está la Taberna O Enxebre, que ofrece deliciosas brochetas de ciervo o pescado, empanadillas de ciervo o de queso de Arzúa y tostas varias, entre las que podemos destacar la "Cardenal".

En el Rei do Xamón, su pincho estrella es el completo, que combina la croqueta, la tortilla y la panceta a la plancha y que podemos acompañar con una sangría.

El París es famoso por sus croquetas, el pincho moruno y las patatas con ali-oli. Continuando por este lado de la calle encontraremos A Nosa Taberna, una tasca con mesas al fondo en la que podemos disfrutar de su pincho moruno o del marino .
Antes de llegar a la calle Fornos, tenemos parada obligada en la Casa do Pulpo, otro de los templos dedicado, en este caso, al manjar del mar más popular en el interior, el pulpo.

Siguiendo la ruta, encontraremos el Pérez, ya en la calle de la Unión. Es otro de los bares históricos de los vinos, situado en una de las encrucijadas en la parte posterior de la catedral.

La ruta por la Rúa dos Fornos destaca A Baiuca con buenos vinos para acompañar pinchos deliciosos y de buena factura como la zorza, los revueltos de algas y de ortigas, los pimientos de Padrón y las zamburiñas. Enfrente, O Alpendre ofrece una cocina tradicional. O Arco da Vella, es conocido sobre todo por su tortilla, pero también por los chipirones o los champiñones; cocina casera, elaborada con el cariño necesario.

El Atarazana suponen la renovación, un local abierto recientemente, en donde podemos degustar exquisitos pinchos como el Rodolfiño.
Visita obligada es el bar del Samuel, que lleva ya veinticinco años sirviendo su carne al "caldeiro", uno de nuestros platos de toda la vida que pocas veces degustaremos tan bien hecho.

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