El sector nupcial celebra una boda ficticia en Ourense para pedir la vuelta a la normalidad

Las escaleras de la calle Bailén, embellecidas para la ocasión con motivos florales, fueron el escenario de la boda celebrada este sábado a las seis de la tarde en el centro de la ciudad para mostrar que los especialistas del sector ya están listos para actuar. Pese a no tratarse de un casamiento real, la iniciativa no dejó atrás el trabajo de fotografía o maquillaje, ni el buen vestir de sus protagonistas, Laura y Pablo. Tras la ceremonia en la escalera, los novios dieron un paseo por el centro ataviados para la ocasión, sin dejar de visitar As Burgas. A su paso, y como es tradición, algunos espontáneos gritaron con ahínco: "¡Vivan los novios!". Laura y Pablo son realmente pareja. Tienen 25 años y llevan juntos buena parte de ellos. "Para la siguiente, ya será de verdad", bromeaban. Ana Fernández, emprendedora con su proyecto de "wedding planner" Las bodas de Mia (con sede en San Cristovo), y principal promotora de esta iniciativa, tenía claro que debía ser un amor no fingido: "En las fotos siempre se nota mucho el cariño y el quererse". Revela que la joven le pasó alguna de las imágenes de la fingida ceremonia a una amiga y se sorprendió: "¡Qué hicisteis!". Ana Fernández, promotora de la iniciativa. Fernández explica que "como la cosa está aún un poco parada, esta iniciativa es una manera de demostrar a la gente que se pueden hacer cosas muy bonitas". En 2020 se retrasaron prácticamente todas las bodas para el presente año. Pero tantos enlaces aplazados no han convertido a 2021 en un año de bodas, puesto que se siguen posponiendo a 2022 buena parte de ellas y escasean las nuevas iniciativas. Al final, las que se celebran este año son solo algunas de las ceremonias pospuestas durante el 2020. "Lo que más afecta al sector es no contar con un protocolo de actuación propio, simplemente seguimos el de la hostelería", lamenta Fernández. "Eso sí, cada vez se están animando más personas. Creo que este puede ser un verano bueno. La gente no quiere seguir posponiendo sus bodas, porque es posponer su vida", reflexiona. La boda de Laura y Pablo contó con todos sus elementos, a cargo de diferentes emprendedores, buena parte de ellos de la provincia: vestido de novia de Eva Outeiral, traje de novio de Angelo Milano, tocado de Charo López Atelier, maquillaje y peluquería de The Wedding Room 96, ceremonia a cargo de Verde Mimosa y arreglos florales de El Jardín de Juan XXIII, además de la planificación de Las Bodas de Mía y la fotografía a cargo de Isaac Breezy, de Sfera360. Breezy trabajó en apenas siete bodas en 2020, y explica que "la tónica general del año pasado, por lo que sé de compañeros y amigos, fue hacer apenas un par. Me considero afortunado. Y 2021 está siendo igual de malo, se sigue cancelado. Me he vuelto a quedar en siete". El próximo sábado comienza su temporada de bodas en el Parador de Santo Estevo.