El pasado miércoles, la ciudad se estremeció con el fallecimiento de Manu, un joven de 15 años que fue aplastado por el muro de los vestuarios en el IES Julio Prieto Nespereira. Desde entonces, el dolor y la consternación por lo sucedido en el recinto escolar y por el estado de las instalaciones en la provincia han acaparado el foco sobre un hecho trágico y que causó tanta sorpresa como indignación posterior.
Con la noticia todavía en boca de la sociedad ourensana y en medio de una oleada de solidaridad y respeto a través de distintos homenajes y minutos de silencio, fueron muchas las voces próximas al instituto que hablaron de los problemas estructurales de ese muro que separaba la zona de duchas de la de taquillas en el pabellón polideportivo, algo que desde la dirección del centro se apuraron a negar, afirmando con rotundidad que no había ninguna denuncia o queja al respecto, tal y como se confirmó posteriormente.
El recuerdo de Manu, al que todos consideraban un buen chico y muy buen compañero, fue en parte un alivio del dolor, que todos sus familiares y amigos sienten desde el fatídico momento en el que el muro colapsó.
Quejas de alumnos y familiares
Antiguos alumnos y familiares hablaron en todo momento de una situación que al parecer era conocida por todos, pero que nadie denunció, tal y como confirmó el delegado territorial de la Xunta en Ourense, Gabriel Alén.
De la misma forma, los bomberos insistieron en su informe previo que el muro se había derrumbado por "un empuje desde las duchas", aunque en ningún momento (como siempre se ha dicho) se ha querido poner el foco en los alumnos, todavía en shock por un suceso que no deberían haber vivido.
Ahora, los esfuerzos se centran en esa recuperación psicológica de los alumnos y el profesorado, que el pasado miércoles vieron como la vida de una familia se truncaba y como todo cambiará en el IES Julio Prieto Nespereira a partir de ahora.
