La "Operación Lume" de la caballería de la Policía Nacional lleva en marcha en la provincia casi un mes. Dos jinetes que patrullan los montes ourensanos nos dejan acompañarles para ver cómo es su día a día.
La "Operación Lume" es un operativo de la caballería del Cuerpo Nacional de Policía que lleva vigente en la ciudad desde hace más de un mes. Desde mediados de julio, los jinetes de la Policía recorren los montes ourensanos para combatir la lacra de los incendios forestales, que este verano azotan con fuerza.
Esta unidad de caballería tiene su base en Madrid, pero el cuerpo ha decidido trasladar a un total de 12 caballos a la comunidad gallega para reforzar los recursos tanto técnicos como humanos. De las doce unidades equinas que hay en Galicia desplazadas, seis se encargan de vigilar el medio rural de las provincias del sur y dos de ellos se desplazaron el domingo a la zona de Bentraces, en Barbadás, para patrullar esa zona.
Los agentes Rubén Díaz y Rocío Gaona fueron los encargados de abrir ese operativo acompañados de sus compañeros equinos Lugano y Heinze. Según el agente Rubén Díaz, compañero de Heinze, "el objetivo principal es hacer que se note nuestra presencia en los montes, que vean que los estamos vigilando para que a los posibles pirómanos no se les ocurra plantar fuego". Su compañera de patrulla, la agente Gaona, también añade que "buscamos focos incendiarios y, en el caso de encontrar algo, damos alerta a los efectivos para que actúen ". En conclusión, su labor se consta de prevención y alerta. Aunque si descubren a algún pirómano en el acto, también lo detendrán.
Ambos jinetes coinciden en señalar que el caballo es un medio de transporte "más sigiloso que la moto". Además, ese tipo de transporte "te da una accesibilidad a ciertos lugares que en otros vehículos no puedes llegar y una visión mucho más panorámica" por la altura del animal.
Las caballerías de la Policía Nacional tienen base en Madrid, Barcelona y Sevilla. Los agentes comentan que en su unidad de Madrid debe haber "unos cien jinetes" entre los que se desplazan a otros puntos de España como ellos y los que operan con base en la capital.
COMPAÑEROS INSEPARABLES
En la caballería de la Policía Nacional, cada jinete tiene su equino. El agente Díaz explica que "cada caballo es diferente, igual que la psicología de cada persona. Lo que se busca es que el jinete y el caballo se entiendan lo mejor posible para que el trabajo sea excelente". Aunque aclara que, a veces, "hay que usar el del compañero porque el tuyo está en el veterinario o enfermo".
El agente Rubén Díaz lleva cinco años dentro de la unidad de caballería y su compañera, la agente Rocío Gaona, uno. Ambos se tuvieron que enfrentar al examen de oposición para la Policía Nacional, pero para acceder a este puesto tuvieron que hacer otro más, "como una segunda oposición", explicó la agente Gaona. Dentro de esa prueba, hay que pasar el examen práctico de monta y luego otro teórico en el que hay que aprender "los diferentes elementos necesarios para montar a caballo, los numerosos cuidados que requiere el animal y los utensilios necesarios para el mantenimiento del mismo".
Pero trabajar montado a caballo también tiene sus partes feas. La agente Rocío Gaona dio buena fe de que al final del día "acabas llena de barro, polvo, insectos, y aparecen restos de vegetación y hierba en sitios donde menos te lo puedes imaginar", señala entre risas.
Aunque los agentes vayan a lomos caballo, el fin de la jornada también resulta agotado. Rocío Gaona comenta que, "además de estar sentado en la dura silla, en la misma posición durante varias horas, tenemos que tener los cinco sentidos alerta. Por un lado hay que estar pendientes de que el caballo no se asuste y que esté bien, y por el otro, hay que vigilar el monte".
Pero parece que el trabajo es más que placentero: "Algo por lo que la gente normalmente paga, para nosotros es nuestra rutina diaria y cobramos por ello". Concluyó la jinete Rocío Gaona, mientras cabalga a lomos de su compañero de patrulla Lugano.
