Los vecinos de varias aldeas de A Peroxa están atemorizados: “Só pedimos durmir unha noite”

Vecinos de O Mato (A Peroxa) y aldeas limítrofes sufren actos vandálicos cada madrugada y contemplan impotentes cómo se destruye, palmo a palmo, el patrimonio construido durante generaciones.

Un vecino de la aldea de O Mato (A Peroxa), FJ.S., acumula 14 denuncias interpuestas por sus propios vecinos, más de un tercio de ellas esta semana. Buena parte de los residentes en el lugar, varios de ellos octogenarios, aseguran que llevan años sin poder dormir tranquilos debido a los continuos actos vandálicos, normalmente nocturnos, que le atribuyen: desde la destrucción de ventanas, contenedores, bancos y flores hasta golpes en las paredes y lanzamientos de excrementos sobre las viviendas. La Guardia Civil ya tuvo que intervenir en varias ocasiones. 

Demetrio Dacosta, de 88 años, nació el 25 de marzo de 1934. Se dedicó toda su vida a la agricultura y reside en O Mato. El martes se encontró con su coche destrozado por ambos costados y con un faro y un piloto rotos. Hace décadas, mantenía una gran amistad con el abuelo del vecino del que sospecha. Incluso guardan una relación familiar lejana, ya que “era hermano de la abuela de mi señora”, recuerda.

"Temo que rompan la puerta"

Otro vecino, Tino García, jubilado como Guardia Civil, sostiene que “hay cada vez más problemas desde que llegó al pueblo hace cuatro años. En cuanto me ve, ya empieza a increparme, y el martes llamó a la Policía Nacional diciendo que le estaba amenazando con un arma. Los agentes vinieron a toda prisa para nada”. Además, “cuando llegué anteayer a casa, me encontré con que los tiestos y los juguetes de mi hija estaban destrozados. De noche casi no duermo. De hecho, iba a cenar en la casa de mis tíos por Fin de Año, pero ya no iré, porque temo que me rompan la puerta si no estoy. Interpuse 7 denuncias y aún tengo que poner otra. Esto es un sinvivir”, lamenta.

Otra residente en la zona, Ana Vázquez, explica que este es el pueblo donde nació y vivió toda su vida. Estos días, su sobrina María José Rey acudió desde Francia para visitarla por Navidad y se encontró con esta situación. “Incrépanos, insúltanos, destrúe as nosas casas. Só pedimos paz e poder descansar unha noite. Non estamos o suficientemente protexidos nin pola lei nin polas forzas de seguridade. Síntome a persona máis impotente. Non podo facer nada polo meu pobo, non por deixar a casa do meu pai tal e como el ma deixou. Cada vez que invirto nela, destrúena”, lamenta. Y, entonces, se pregunta, “onde están a seguridade e a lei? Veñen a insultarnos e humillarnos. A quen nos diriximos? Porque quero que a miña nai, unha persoa dependente, con 88 anos, poida durmir tranquila despois de sufrir varios ictus”. Esta misma semana, añade Vázquez, “esnaquizaron a árbore de Nadal, romperon cristais, apalearon as paredes da miña casa e a do veciño...”. Y, día y noche, escuchan la colonia de gatos que se formó en la vivienda de FJ.S., que colinda con la suya.

El alcalde de A Peroxa, Manuel Seoane, acudió en numerosas ocasiones para mediar. La última, anteayer por la tarde, pero esa misma noche surgió un nuevo conflicto, ya que volvieron a apagar las luces públicas. Y sostiene que vio con sus propios ojos cómo el mismo vecino al que se acusa de los sabotajes tiraba del cable del tendido eléctrico horas antes. “Es complicado. El Concello intenta mediar, pero al final no vale para nada. Hay una alteración del orden permanente, y la ley está como está”, valora. Seoane reconoce con humildad las dificultades, pero, en cualquier caso, apela a sus vecinos a “no tomarse la justicia por la mano y armarse de paciencia, no queda otra”. 

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