OURENSE NO TEMPO

Aquel viejo Canedo

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photo_camera La plantilla de Cepillos Barbosa, 1940. (Archivo familia Barbosa.

Únicamente los viejos pontinos, recuerdan aquel Canedo bullicioso que, entorno a la estación del ferrocarril y el viejo puente, competía con su vecina Orense en aquellos años 40

Únicamente los viejos pontinos, recuerdan aquel Canedo bullicioso que, entorno a la estación del ferrocarril y el viejo puente, competía con su vecina Orense en aquellos años 40. Ni quiero ni debo entrar en como fue la fusión definitiva del 43, ya que en estos temas siempre existen opiniones encontradas y se pueden herir susceptibilidades; como dice mi amigo Manuel Domínguez Quiroga (www.canedo.eu): “Sería un absurdo pretender volver cara atrás a actuación política daquel momento, por moito que daquela fose unha cacicada e unha imposición. Sen embargo, o que non nos pode impedir ninguén é que sigamos pensando que Canedo existe. Xa non será unha unidade administrativa nin terá personalidade xurídica, pero segue a ser unha bisbarra xeográfica real e un territorio específico na lembranza de moita xente.”.

Lo que sí puedo hacer es dedicar este breve artículo a recordar algunos detalles de aquel viejo Canedo y muchas de sus gentes.

Antes de nada, recordar que el Canedo histórico nació y creció al amparo del viejo puente romano, y su calle principal fue la avda. de Las Caldas, o casi… (eso sí, los nombres de las calles como es costumbre en esta nuestra España, con frecuencia se cambiaron, haciendo que cualquier seguimiento del pasado se convierta en una duda constante). Junto a la Caldas, el Rincón, la actual Ribeira de Canedo y la zona del Ribeiriño eran el núcleo principal.

Corrió el tiempo y, por la facilidad que suponía, la primera estación de ferrocarril se instalo en el Ribeiriño (1881). El tren que procedía de Madrid, para evitar el paso por la Canda y el Padornelo, llegaba a Ourense procedente de Vigo y Oporto en un viaje de más de 34 horas. De momento no suponía un gran avance, ya que la cadencia de viajes era escasa, y el coste para los comerciantes alto. Pero lo que sí supuso fue un precedente para que la segunda estación, la llamada de Canedo, se instalara también en la zona.

saburido puente Caldas_resultFue en 1885 cuando comenzó a funcionar, ocupaba el solar del actual 12 de Octubre, el parque del puente y parte de las instalaciones del instituto Blanco Amor. Este sí que supuso el definitivo espaldarazo para el desarrollo urbanístico y comercial de Canedo. Almacenistas ourensanos y foráneos, (maragatos en su mayoría), muchos ya acostumbrados a negociar en nuestra provincia, vieron en el barrio un perfecto lugar de asentamiento para sus negocios. Son apellidos algunos aún presentes y otros recordados: Mazaira, Tabarés, Moretón, Santorum, Ándelo, Menéndez, etc. Almacenes de fruta, de cereales, de patatas o del tan socorrido término "coloniales" que englobaba casi cualquier producto, comenzaron a poblar la avda. das Caldas y vías aledañas como Mercado, plaza General Moscardó y Queipo de Llano (hoy comienzo de Vicente Risco desde Caldas). A este trajín comercial le siguió un considerable crecimiento del barrio, que trajo también un aumento de los servicios: las históricas farmacias Álvarez y Carnicero, la consulta de los doctores Rodríguez Portugal y Vázquez, peluquerías como la de la familia Seoane, la de Custodio, la de Pepeo la Toral, junto a bares míticos del barrio como Tabaco, Estación, Tenazas, Lisardo, Ogando, Guirrote, Perla, Machete, etc., fueron parte de aquella entrañable historia.

Al amparo de ese crecimiento, y dando un salto que fue definitivo, comenzó lo que podríamos llamar “revolución industrial” de Canedo. Talleres de todo tipo: mecánicos (Arce, Quintairos…), de cerrajería (Bustillo, Gomez Viso…), niquelados La Corona, maderas muebles y ataúdes (Seoane, Glez. Fidalgo, Glez. Sampayo, Fernández, Docampo, La Modernista, etc.) competían con fábricas ya de cierta entidad. Ese fue el comienzo en el rincón de Barbosa (Industrial Cepillera Orensana), los Rodriguez Valeiras, (una dulce institución pontina), comenzaron con varios frentes en el mundo de los negocios, fundando la fabrica chocolates La Colmena; la fábrica de licores y espumosos OREN, y su excelente pastelería ARVA; la empresa Trebolle; la aún recordada fábrica de hielo “La Única”; los carbones de Serrano, o el gran almacén de materiales de construcción que don Secundino Couto Solla (alcalde del Puente) tenía en el cruce con la carretera de Oira.

Otro de los grandes motores del desarrollo de Canedo fue el sector bodeguero, con más de diez fabricas de licor: Aurelio Pérez APA, Nemesio Pereira, Licores Aragón, Florencio Álvarez FAG, o licores La Molinera, de Mariano Mosquera. Lástima que un desalmado por enriquecerse diera al traste con esta floreciente industria.

Podría seguir, citando empresas y pontinos, pero me faltaría espacio para no olvidar a ninguno. Aun así, la historia de Canedo es imposible recopilarla en un artículo, sería necesario más de un libro. Yo prometo retomar el tema en otro momento.

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